Lo que se está viviendo en Madrid
es inaudito. El atrincheramiento ideológico de sus dirigentes ante una
situación tan grave como lo es esta pandemia no tiene explicación lógica. Están
llevando hasta consecuencias extremas el intento de acoso y derribo, hacia el
gobierno de la nación, que comenzó al día siguiente de que este ganara las
elecciones. La actual presidenta regional se ha auto erigido como la heroína
que lucha contra la pérfida izquierda, a costa de lo que sea.
Si no fuera por que la vida de
muchas personas se está quedando en el camino y otras muchas están en grave
riesgo, todo esto parecería una especie de sainete, de aquellos que hacían las
delicias de los madrileños de otras épocas y que con tanta gracia escribía Don
Carlos Arniches. Sainete en el que las decisiones, de tan exageradas, parecen
caricaturescas. Decir una cosa y la contraria, incomprensibles decisiones
jurídicas, información falseada, datos modificados haciendo trampas dignas de
un trilero. Todo ello acompañado de puestas en escena casi teatrales que dan
ganas de reír, por no llorar.
Mucho ha tardado el gobierno en
dar un golpe en la mesa y decir ¡Basta!. Al parecer no lo ha hecho antes en
aras del diálogo y la negociación política. Creo, como ya he dicho, que ha
tardado demasiado. Cuando no hay voluntad de llegar a acuerdos por cualquiera
de las partes y cuando de esos acuerdos dependen vidas humanas, no hay
negociación ni espera que tenga sentido.
En medio de estas tropelías
políticas, pero sobre todo después de la decisión gubernamental de declarar el Estado
de Alarma que afecta a todos los barrios (también los de los ricos), se hacen
notar, cada vez con mas fuerza, quienes añoran un pasado perverso que algunos
de ellos ni siquiera conocen.
La otra mañana apareció, la
estatua de Largo Caballero que esta situada en Nuevos Ministerios. llena de
pintadas que decían “¡asesino! y ¡rojos, no!”. Son frecuentes pequeñas
manifestaciones de exaltados que sacan a pasear la bandera como si fuese de su
propiedad y, después de largo tiempo entre alcanfor, tuviesen que orearla. Hace
muchísimo tiempo que yo no escuchaba vivas a Franco.
Cuando escribo esto, es lunes 12
de octubre, los actos institucionales conmemorativos de este día se llevan a
cabo entre un ambiente protocolario, tenso y reducido por causa del Coronavirus.
Hace un momento cinco coches ondeando banderas rojigualdas han pasado bajo mi
ventana, camino de la “Caravana por la Libertad” que ha convocado el partido de
extrema derecha.
Por otro lado, durante el puente
del Pilar, la policía municipal ha desalojado doscientas veinticinco fiestas
ilegales, algunas con mas de ochenta personas, en pisos y casas particulares. ¡En pleno Estado de Alarma!
Se dice que cuando el horror y el ridículo se unen, surge el esperpento esto me lleva a este otro ilustre autor que recreo su obra “Luces de bohemia” en los ambientes más sórdidos de las calles madrileñas, de la mano de “Max estrella”. Pues, como diría Don Ramón María del Valle Inclán: “La miseria del pueblo español, la gran miseria moral, está en su chabacana sensibilidad ante los enigmas de la vida y de la muerte” “Una tragedia tiene algo de solemne, serio, trascendental, elegante, elevado, pero en España cualquier tragedia sufre una transformación grotesca……… Los héroes clásicos han venido a pasearse al Callejón del Gato”.
"Madrid amanece". Hilario Camacho
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