22 oct 2020

PONGAMOS QUE HABLO DESDE MADRID -II-

 



Sigo en Madrid, ahora por causas ajenas a mi voluntad ya que me ha pillado la declaración de Estado de Alarma a pocos días de mi vuelta.

Lo que se está viviendo en Madrid es inaudito. El atrincheramiento ideológico de sus dirigentes ante una situación tan grave como lo es esta pandemia no tiene explicación lógica. Están llevando hasta consecuencias extremas el intento de acoso y derribo, hacia el gobierno de la nación, que comenzó al día siguiente de que este ganara las elecciones. La actual presidenta regional se ha auto erigido como la heroína que lucha contra la pérfida izquierda, a costa de lo que sea.

Si no fuera por que la vida de muchas personas se está quedando en el camino y otras muchas están en grave riesgo, todo esto parecería una especie de sainete, de aquellos que hacían las delicias de los madrileños de otras épocas y que con tanta gracia escribía Don Carlos Arniches. Sainete en el que las decisiones, de tan exageradas, parecen caricaturescas. Decir una cosa y la contraria, incomprensibles decisiones jurídicas, información falseada, datos modificados haciendo trampas dignas de un trilero. Todo ello acompañado de puestas en escena casi teatrales que dan ganas de reír, por no llorar.

Mucho ha tardado el gobierno en dar un golpe en la mesa y decir ¡Basta!. Al parecer no lo ha hecho antes en aras del diálogo y la negociación política. Creo, como ya he dicho, que ha tardado demasiado. Cuando no hay voluntad de llegar a acuerdos por cualquiera de las partes y cuando de esos acuerdos dependen vidas humanas, no hay negociación ni espera que tenga sentido.

En medio de estas tropelías políticas, pero sobre todo después de la decisión gubernamental de declarar el Estado de Alarma que afecta a todos los barrios (también los de los ricos), se hacen notar, cada vez con mas fuerza, quienes añoran un pasado perverso que algunos de ellos ni siquiera conocen.

La otra mañana apareció, la estatua de Largo Caballero que esta situada en Nuevos Ministerios. llena de pintadas que decían “¡asesino! y ¡rojos, no!”. Son frecuentes pequeñas manifestaciones de exaltados que sacan a pasear la bandera como si fuese de su propiedad y, después de largo tiempo entre alcanfor, tuviesen que orearla. Hace muchísimo tiempo que yo no escuchaba vivas a Franco.

Cuando escribo esto, es lunes 12 de octubre, los actos institucionales conmemorativos de este día se llevan a cabo entre un ambiente protocolario, tenso y reducido por causa del Coronavirus. Hace un momento cinco coches ondeando banderas rojigualdas han pasado bajo mi ventana, camino de la “Caravana por la Libertad” que ha convocado el partido de extrema derecha.

Por otro lado, durante el puente del Pilar, la policía municipal ha desalojado doscientas veinticinco fiestas ilegales, algunas con mas de ochenta personas, en pisos y casas particulares.  ¡En pleno Estado de Alarma!

Se dice que cuando el horror y el ridículo se unen, surge el esperpento esto me lleva a este otro ilustre autor que recreo su obra “Luces de bohemia” en los ambientes más sórdidos de las calles madrileñas, de la mano de “Max estrella”. Pues, como diría Don Ramón María del Valle Inclán: “La miseria del pueblo español, la gran miseria moral, está en su chabacana sensibilidad ante los enigmas de la vida y de la muerte” “Una tragedia tiene algo de solemne, serio, trascendental, elegante, elevado, pero en España cualquier tragedia sufre una transformación grotesca……… Los héroes clásicos han venido a pasearse al Callejón del Gato”.

"Madrid amanece". Hilario Camacho



 (articulo publicado en el número 1.171 del periódico Infolínea)


No hay comentarios:

Publicar un comentario