El tema de las redes sociales siempre me ha parecido interesante, frecuento casi todas. Hasta Twenti tuve hace años cuando retomé mis estudios, era la vía que tenía entonces de estar en contacto con mis jóvenes compañeros de curso para intercambiar apuntes o trabajos, aun tardaría en llegar Whatsapp.
Últimamente se me hace cada vez
más desagradable echar un vistazo a algunas de ellas. Desde el inicio de la pandemia,
sobre todo. En todas se juega a “Buscar al culpable”, que si la Ayuso, que si
la Montero, pues anda que la Celaa, y no me digas nada de Lopez Miras, Pedro
Sánchez está muy moreno, la culpa es de los jóvenes, la culpa es de los que se
saltan la cuarentena, la culpa, la culpa, la culpa……
El virus lo invade todo. Se puede
comprobar echando un vistazo a cualquier cadena de televisión, sea la hora que
sea. Grandes paneles con fotografías de un coronavirus aumentado sirven de
fondo a tertulianos que pontifican sobre lo que está bien y lo que está mal. Números
de contagios, por regiones, por países, en el mundo. Discursos de mandatarios.
Ruedas de prensa ministeriales.
A veces creo que hemos dejado de
ser sujetos para convertirnos en objetos zarandeados por opiniones ajenas sin
saber muy bien a qué atenernos, acabando por seguir, nosotros también, buscando
culpables. Desahogando así nuestra frustración e impotencia ante una situación
sobre la que, en realidad, no tenemos ni idea.
Nos encontramos en un momento muy
difícil. Las cosas, lejos de solucionarse, van empeorando y hay un riesgo
elevado, por un lado, de desesperanza, de dejar caer los brazos, de decir “que
sea los que dios quiera” y por otro de una radicalización sin sentido que se envuelva
sólo de la rabia. Por eso considero necesaria cualquier iniciativa ya sea
individual o colectiva que sirva para demostrar que aún seguimos vivos y
sensatos.
Leí hace poco que un aspecto de
nuestra vida que se ha visto muy afectado por la pandemia han sido los sueños,
y no refiriéndose a los proyectos, más o menos idealizados, de cada uno (que
también); sino los sueños como representación simbólica de nuestros deseos y
nuestros miedos. Al parecer mucha gente ha perdido el sueño, duerme mal o
ayudada por algún medicamento. Cuando se logra conciliar el sueño este suele
estar poblado de desasosiego. El desconcierto diurno se hace mucho más grande
cuando llega la noche y nos quedamos a solas. A esas horas es cuando el ser humano toma la
medida de su fragilidad. En las noches las redes sociales siguen activas,
quizás por ese afán tan humano de encontrar un espejo en el que mirarse y
sentir que no se está tan sólo.
Hoy me he dado cuenta de que mis
sueños aun siguen libres de pandemia, en ellos no aparecen
Y vuestros sueños, ¿Cómo son?
Publicado en: https://www.infolinea.es/infolinea-alhama-publica-su-numero-1-166-en-formato-digital?fbclid=IwAR0IjOKwrm4g2CS_HfFwZ6GszR_g-R5uXUsj6SDJ6Jt6JAWufYfbZvf5Uks
No hay comentarios:
Publicar un comentario