Las cosas en el campo han
cambiado poco, sólo las nacionalidades de quienes hoy desempeñan esos trabajos.
En las empresas con mejores
condiciones laborales tampoco se pueden echar las campanas al vuelo. Por ello no
es raro ir a trabajar enfermo, a veces lesionado. En casa te tomas el
antigripal o el analgésico y tiras para el tajo, aguantando como buenamente
puedes. Trabajadoras y trabajadores con contratos basura, temporales, por horas
o quienes ni siquiera tienen contrato, se piensan muy mucho no ir a trabajar
por miedo a perder su empleo.
Faltar al trabajo está mal visto.
Aunque sea por cuidar a un hijo enfermo. Ya en las entrevistas preguntan a las
mujeres si están casadas, si tienen hijos o si piensan tenerlos. Cuantas
mujeres esperan a tener un trabajo más o menos fijo antes de decidirse a ser
madres.
Esta cuestión ha cobrado un
especial interés con la vuelta al colegio de los niños en plena pandemia. ¿Qué
pueden hacer los padres trabajadores cuando un crio se ponga enfermo y una
clase entera esté en cuarentena? situación que se puede dar varias veces a lo
largo de este invierno.
Recordaba la historia de “Las
chicas del Nolotil” la semana pasada, cuando un ministro, vino a decir
(respondiendo a la pregunta de un periodista) que no le cabía en la cabeza que
unos padres diesen un medicamento a su hijo enfermo para poder llevarlo al
colegio. Me di cuenta de que por años y cosas que pasen, gran parte de la clase
política vive en una realidad paralela y esto se descubre cuando opinan sobre la
realidad que desconocen.
Claro que nadie lleva a sus críos
al colegio, enfermos, por gusto. Quien hace esto suele ser un trabajador que no
puede dejarlo con nadie y que tampoco puede faltar al trabajo.
El señor ministro, con toda su
buena fe, parecía escandalizado ante la posibilidad que reflejaba la pregunta,
y es para estarlo. Es un escándalo que las condiciones laborales de una gran
mayoría de trabajadores en nuestro país sigan estando a merced del interés
económico, no del humano. “Es el mercado, amigo”.
Todos los programas políticos
llevan en sus textos la palabra Conciliación Familiar, con el tiempo que ha
pasado sin que nadie haga casi nada al respecto este concepto se ha convertido
en algo vacío que no significa nada.
La crisis del Coronavirus está
destapando tantos rincones ocultos. No es casualidad que los focos de contagio
sean más numerosos en los barrios obreros, donde las personas, una gran mayoría
inmigrantes, viven en pisos pequeños. Obreros a los se les responsabiliza del
contagio y se les invita a salir de casa sólo para trabajar, pueden ir
hacinados en el metro o el autobús, pero no salir a distraerse.
Nos horrorizamos al pensar que
hay padres que dan una cucharada de Dalsy a los niños, si tienen fiebre, para poder
llevarlos a la guardería o al colegio, donde estarán cuidados, y así mantener
ellos sus trabajos.
Se responsabiliza a los trabajadores,
sin embargo… ¿Quiénes son los verdaderos responsables?
Todo esto es inhumano,
ciertamente. Como cierto es que desde las atalayas del poder no se huele la
miseria. Me gustaría saber en que condiciones tienen a sus hijos cualquier
miembro del Congreso de los Diputados. Qué tipo de colegio ¿público? ¿privado?.
¿Cuidadoras en casa?. ¿Posibilidad de no ir a trabajar sin perder el puesto?.
Queda muy bien echarse las manos
a la cabeza. ¡Es tan fácil hablar del hambre con el estómago lleno!.
(artículo publicado en el nº 1.167 del periódico Infolínea)
"El sur También existe" Serrat canta a Mario Benedetti
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