31 jul 2020

TANGUILLOS


                                          

Creo que una de las cosas que ya han cambiado en nuestras vidas, a raíz del Covid-19, es la forma como empleamos el tiempo que dedicamos a los demás, especialmente a la familia. Las palabras que se decían, sin más, ahora han cobrado una importancia, una dimensión que antes no tenían.

Conversaciones que antes giraban en torno a cosas cotidianas, ahora parecen superfluas y se hace más necesario que nunca recuperar recuerdos. El otro día, hablaba con mi padre de la música, que siempre ha sido su pasión, y recordaba unos tanguillos que escuchaba en su juventud: “El que viva en el año 2000”. Su memoria no recordaba todos los versos, pero San Google todo lo sabe.

“El que viva en el año 2000

Verá con asombro los tiempos cambiaos…..

…los serenos se darán el piro

Por que ya las casas no tendrán portal.

Y cualquiera tendrá un autogiro

Con una azotea para aterrizar…”

 

Durante el pasado siglo, los años 2.000 se veían venir envueltos en un misterioso halo de ciencia ficción. Hemos podido comprobar que la realidad ha superado aquellas suposiciones.

Esta semana he asistido a una consulta de revisión en la Arrixaca que me llevó a pensar sobre esa visión futurista de nuestros antepasados.

Los protocolos que hace sólo unas semanas se limitaban a toma de temperatura y desinfección de manos con gel hidroalcohólico a la entrada del recinto, han cambiado. Ahora, nada más entrar, una enfermera me dice que me desinfecte las manos (han puesto un dispensador que se acciona con el pie), a continuación, me muestra una máquina (hay dos) en la que he de introducir mi tarjeta sanitaria o teclear mi DNI. Cuando sale confirmada mi cita en la pantallita, por una ranura aparece un tique con un código mezcla de letras y números que tendré que guardar durante toda mi estancia, será mi guía.

Después paso a una sala de espera en la que hay una pantalla donde van saliendo los códigos asignados a los pacientes y el número de consulta al que debemos ir. Contacto personal cero. Sólo con el facultativo que te atenderá tras la máscara.

La nueva consigna que escuchamos en los medios institucionales es que tenemos que acostumbrarnos a vivir con el Covid. Después de ver los cambios en los hospitales y el dinero desembolsado para ello, estoy convencida de que es así. En los Centros de Atención Primaria hay menos tecnología, pero igual distancia. Consultas telefónicas, salvo casos excepcionales.

Recuerdo otros tiempos en los que, cuando alguien enfermaba, se avisaba al médico de cabecera, este iba a casa y atendía al enfermo en su propia cama.

Sin duda hemos avanzado en ciencia y tecnología, pero en detrimento del contacto humano, lo que se ha visto agravado, sin duda, con la aparición del Coronavirus.

 Los años 2.000 han llegado hace 20 y las generaciones que cantaban aquellos tanguillos, de los que hablaba al principio, piensan que los tiempos han cambiado, lo que no saben muy bien es si ha sido para mejor.

                                                       “….. Por la calle será perseguido

Todo aquel que quiera vivir de un jornal

Pero en cambio será distinguido

Aquel que no quiera nunca trabajar…” (1928, El Chato de las Ventas)

 


26 jul 2020

ABUELOS (recuerdos libres de pandemia)




"Yo no creo en la edad.
todos los viejos
llevan
en los ojos
un niño
y los niños
a veces,
nos observan
como ancianos profundos..." Oda a la edad. Neruda.




He tenido la suerte de conocer a mis cuatro abuelos y disfrutar de ellos hasta cuando ya he sido adulta, incluso conocí a una bisabuela. De mi infancia, casi todos mis recuerdos están relacionados con ellos.

Los primeros años de la vida de una persona son donde se arman los cimientos sobre los que se irá edificando la misma. Cuando tenemos hijos esos años los vivimos casi sin darnos cuenta, entre el trabajo, los cuidados de los niños, la casa. Cuando venimos a darnos cuenta los hijos son mayores y no sabemos cómo ha sido posible.

Los abuelos son cruciales en esos años, son los que con la paciencia y la sabiduría que les ha ido dando la vida tienen en cuenta a los nietos de una forma distinta, sin la responsabilidad exigida de cuando ellos fueron padres, entreviendo y comprendiendo a los hombres y mujeres en que se convertirán.

Se vuelven un poco niños los abuelos, jugando con los nietos lo que con sus hijos no pudieron; un poco maestros guiando sus manos ante las primeras letras, también cantantes, recordando nanas y canciones infantiles arrinconadas en la memoria, antropólogos que cuentan modos de vida pasada, cocineros de las comidas favoritas, esas que las madre no tienen tiempo de hacer, son confidentes y consejeros ante los primeros enfados con los padres, y un largo etcétera que todos podemos identificar.

Mis primeras canciones infantiles las aprendí de mis abuelas y tías que aún estaban solteras. 
Los primeros cuentos me los compró uno de mis abuelos, el mismo que años más tarde me dejaría leer las obras de teatro que representaba de joven cuando pertenecía a la JSU. El fue también quien, por primera vez, con sólo una pregunta me hizo pararme a pensar y cuestionarme la ideología que se nos inculcaba desde el ámbito educativo.

Mi otro abuelo era un campesino adusto, serio, parco en palabras, creo que nunca lo vi sonreír. Cada año nos medía a mi prima y a mí, hacía una marca por encima de nuestras cabezas en la pared que había al lado de la chimenea.

De mis abuelas aprendí también a cuidar y amar las flores y plantas, las dos eran excelentes jardineras. Y recuerdo las torrijas de vino y el arroz con leche de una, o las meriendas bajo el emparrado del patio, escuchando cuentos en la radio, en la casa de la otra. Lo que mas me gustaba era escuchar historias, algunas truculentas, de otros tiempos.

Creo que, en una u otra medida, ellos fueron mis primeros educadores y ahora que yo soy también abuela espero ejercer ese cargo con la misma dignidad y cariño que ellos lo hicieron.

Canciones que escuchaban mis abuelos en la radio, desde niña me encantan los cuplés.


23 jul 2020

SI TU PADRE QUIERE UN REY, LA BARAJA TIENE CUATRO



"Si tu madre quiere un rey
la baraja tiene cuatro.
rey de oros, rey de copas
rey de espadas, rey de bastos...."
("Los reyes de la baraja" Federico García Lorca)









Parece que la Nueva Normalidad, en cuestiones reales, tiene bastante que ver con la vieja normalidad. 
Quizás en su momento fue necesario, no lo sé, pero nunca he acabado de entender (mucho menos ahora) que, en pleno siglo XXI, sigamos teniendo como jefe del Estado un rey. Nuestra Constitución, base de la Democracia en nuestro país, nació con una mancha que la convierte en antidemocrática desde sus inicios.

El articulo 14 de la Constitución Española dice que: "Los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión,  opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social"

Un poco más adelante, en el artículo 56, se habla de la corona. Nuestro gobierno está definido como una monarquía parlamentaria y el rey como Jefe del Estado con carácter hereditario "El Rey, en la medida en que no es elegido por las fuerzas políticas y sociales, ni responde ante ellas, tiene capacidad para expresar lo general y permanente. Porque la Corona no muere jamás, simboliza más fuertemente el cuerpo político y es su mejor factor de integración. De ahí que su supremacía de posición (maiestas) sea mayor que la de una Jefatura del Estado republicana, que precisamente se diferencia de la monárquica por su carácter temporal".

También en ese artículo se habla claramente de dos privilegios de los monarcas "La inviolabilidad y la irresponsabilidad" que, junto al carácter hereditario del cargo, convierte aquello de que todos los españoles somos iguales ante la ley, en una falacia.

"El rey, el rey, saltando por encima de la ley.
El rey, simpático holgazán-
Siguen pasando siglos, sigue la tradición,
y el rey sigue en su sitio, agarrado a su sillón.
Sus genes de realeza, pueden privilegiar
que su descendencia se nacida pa' reinar..." Ska-P

Como podemos considerarnos una Democracia cuando tenemos una jefatura del estado hereditaria y sin ningún tipo de responsabilidad. Un monarca con muchos derechos y pocos deberes. La familia real debería de ser (por lo menos) ejemplo de dignidad y honestidad, sin embargo sólo lo es de todo lo contrario.
La imagen del emérito y su familia ha sido el nefasto referente para muchos: un padre de familia irresponsable, una madre consentidora de desaires e infidelidades, hijos relacionados con malas compañías y negocios turbios...La familia real sería un claro ejemplo de "familia desestructurada" si no fuese porque el dinero es muy buen pegamento.

                                        Nuevo Mester de Juglaría. "Los reyes de la baraja"



Un dinero que, por cierto, pagamos entre todos. Además de mantener la Casa Real, hemos pagado vacaciones, francachelas, amantes, cacerías..., excesos ante los que, una gran mayoría, esbozaba una sonrisa ¡que campechano y que simpático!, esa servidumbre cortesana que tan presente está en nuestra sociedad, supuestamente moderna.

Ahora que se hace público el escándalo relacionado con unas comisiones millonarias recibidas por el emérito, hay un intento desesperado por salvar los muebles de la monarquía, ya que puede salpicar al nuevo rey. Para ello el actual Jefe de Estado ha retirado la asignación que recibía su padre (ahora esa asignación servirá para sufragar gastos de la Casa Real), también ha renunciado a su herencia.
Y yo me pregunto: primero. ¿porqué el sueldo retirado al anterior rey se dedica a la Casa Real, con la que está cayendo en nuestro país como consecuencia de la pandemia, y no se destina a paliar esta situación?,y, segundo.¿si el actual rey ha renunciado a su herencia, por qué no ha renunciado a la Corona que tambien es heredada?

Considero que la Constitución del 78', transcurridos más de cuarenta años, necesita actualizarse, por salud democrática.

Los reyes de la baraja. Instrumental.


(Publicado en Infolinea 1.164)




16 jul 2020

ATOLONDRADOS




Hace unos días acompañé a mi madre en una de sus primeras salidas por nuestro pueblo después de finalizar el estado de alarma. Tras visitar dos o tres comercios, me dijo “parece que todo el mundo va atolondrado”. Me di cuenta de que no había mejor definición para describir las diversas situaciones que vivimos; personas que, tras las mascarillas, vamos desconcentradas, aturdidas, confusas, a veces malhumoradas, que no acabamos de hacer pie en estas aguas todavía desconocidas.



Desde ese momento la palabra atolondrados me asalta de vez en cuando. Me gustaría que fuese solo la sensación pasajera consecuencia de una situación estresante que se va alargando en el tiempo, pero, con demasiada frecuencia, soy testigo de opiniones y palabras que me producen, si no miedo, si alarma.

Dicen que de las grandes crisis surgen las grandes oportunidades, la crisis que se avecina será de considerables dimensiones y, en vez de mirar al futuro buscando el consenso en lo común, que sería lo que nos pondría cerca de la oportunidad, para replantearnos, como sociedad, todos los errores que estábamos cometiendo y que un virus ha dejado al descubierto, en vez de eso, vamos buscando el fallo en el otro.

Yo no sabía que había tanta gente enterada y capaz de atajar un desastre de las dimensiones del que esta viviendo el mundo entero, son los mismos que se dedican a buscar culpables: culpable el presidente de gobierno, el ministro Illa, el científico Simón, el coletas, los chinos, el 8M…Hay una especie de catecismo del coronavirus con consignas y manidos lugares comunes que muchos repiten sin un ápice de reflexión.

Es difícil en estos días mantener una charla libre de crispación, siempre hay quien saca a pasear el odio y la sinrazón con la ausencia total de un discurso mínimamente elaborado. Si se ven contra las cuerdas pueden, incluso, aparecer las teorías de la conspiración que convierten el panorama en algo aún más delirante.

Hace mucho que entendí que hacer política no es decir “o se hace lo que pone en el programa de mi partido o nada”. Hacer política es trabajar para conseguir lo máximo, en consenso con los demás y por el bien de la mayoría.
Por ello creo que ha sido una suerte que toda esta maldita situación haya tenido al frente a un equipo de gobierno como el que tenemos. Los hemos visto sufrir y a veces encogerse por el inmenso peso de responsabilidad que les caía encima. A mi me han hecho sentir que se preocupaban de todos nosotros y que se ocupaban en hacer lo humanamente posible para que todo transcurriese de la manera menos dolorosa.

Un gobierno recién estrenado se dio de bruces con una pandemia mundial sin precedentes. Habrá cometido errores, no lo dudo, es lo lógico cuando se tiene que luchar contra algo desconocido. Pero, a la vez, y mientras la pandemia nos dejaba a todos fuera de juego, se han ido tomando decisiones, mediante el dialogo social, que dejan a los trabajadores más protegidos ante el feroz embate del coronavirus: subida del salario mínimo, medidas de protección de empleo, pacto por la reactivación económica…


"Depende" Pau Donés/ Jarabe de Palo

Estoy segura, viendo cómo actúan algunos, que estas medidas jamás se hubiesen tomado con un gobierno de otro signo. Creo que los trabajadores, la gente de a pie, la gente de la calle estamos mucho más protegidos con este gobierno de coalición, hay alianzas que dan frutos más dulces que otras.

Sin embargo, por desgracia, seguiremos escuchando y actuando atolondradamente, sin mirar más allá, quedándonos en la superficie, en la crispación, la irreflexión y la insensatez.

(Publicado en Infolinea 1.163)

9 jul 2020

LO INCONFINABLE




La vida va retomando su lugar y nosotros vamos incorporándonos a esta nueva sociedad que nos pilla a todos un poco desorientados. La cuarentena y, ahora el calor, contribuyen a crear un cierto aletargamiento que hace que nos cueste aún más asimilar la realidad.
A lo largo de todo el confinamiento ha habido noticias que me han llamado poderosamente la atención por que ponían en relieve esa parte del ser humano que no atiende a otras normas que las de los impulsos primarios e irreprimibles.



La convivencia de familias en un lugar cerrado, sin vía de escape, han dado lugar a multitud de situaciones de maltrato, sobre todo de mujeres, pero también de niños. Mujeres en situación de vulnerabilidad se han visto obligadas a vivir con su maltratador, sin tener acceso a sus vínculos más próximos de familiares y amigos, que en otro momento hubiesen significado un apoyo. La ONU ha llamado a esto “La pandemia en la sombra”. Las casas de acogida se han visto casi desbordadas. Niños indefensos inmersos en familias desestructuradas donde, durante la pandemia, han aflorado todos los males.

Por otro lado, personas con personalidades violentas han visto agravada su situación por el estrés, el confinamiento, la situación económica y laboral. Hombres y mujeres que estaban a salvo del COVID, pero no de sí mismas.

Otra situación alarmante, durante el Coronavirus, ha sido la de la prostitución. Ese “antiguo oficio” socialmente aceptado, aunque nunca reconocido, ha llenado albergues y refugios de personas que viven al día y que al tener la “clientela” confinada han visto desaparecer su fuente de ingresos.
Aunque hay demandas que no pueden cerrar la puerta. Los clubes de alterne cerraron el 14 de marzo, pero “hecha la ley, hecha la trampa”, así que todo lo relacionado con esto se volvió clandestino, lo que quiere decir sin medidas de seguridad ni sanitarias. Internet ha funcionado como medio para informar sobre los pisos y habitaciones donde se ofrecían estos servicios.
Así se han asegurado quienes gestionan redes de prostitución, mantener sus ingresos “salir para hacer la compra en el supermercado ha sido una buena excusa para los clientes”. Las mujeres (prostitutas y esposas) y los hombres (clientes) expuestos, unos sin saberlo y otros a sabiendas.

Otro grupo social que se ha visto doblemente afectado durante este confinamiento han sido los drogodependientes. El estado de alarma con el consiguiente control policial ha hecho casi imposible el acceso a los sitios de compra de costumbre. El alcohol y los fármacos han suplido en gran manera a las drogas de consumo habitual.
Aunque, (siempre hay “listos”) empresas ficticias, aprovechando que se podía repartir comida a domicilio, se las han ingeniado para responder a la demanda del consumo para los clientes habituales.

Situaciones como estas, sobre las que no voy a emitir ningún juicio, demuestran que muchas veces, las personas somos incapaces de “poner puertas al campo”, a ese campo salvaje e indomesticable, aunque con ello se ponga en riesgo la propia vida y, lo que es peor, la vida de quienes nos rodean.

Hay confinamientos de los que no se puede salir y otros que son imposibles de mantener.

"la bestia en mi" Johnny Cash


 (publicado en @Infolínea- Alhama 1.162)