25 feb 2017

EL CORO DE LOS GRILLOS



Cuentan que el polémico sabio Diógenes se puso un día en medio del mercado a dar un discurso sobre la condición humana. La gente pasaba por su lado sin prestar el menor interés a sus palabras. De pronto, el sabio, se puso a hacer cri-cri-cri, emulando el sonido de un grillo, inmediatamente una muchedumbre se arremolinó alrededor de él.
No sé si será cierta o no esta historia, apostaría que sí. Considero que no hemos cambiado tanto desde aquella época. Lo de pararse uno a pensar y reflexionar tampoco va con estos tiempos en los que todo se basa en la prisa, lo inmediato y el runrún.


Allá por los años 70’ defendíamos el derecho a la educación pública y gratuita, la mayoría de edad a los diez y ocho años. Luchábamos contra la censura literaria y cultural en general y soñábamos con un futuro en el que nadie sería analfabeto porque todo el mundo tendría acceso al aprendizaje.
Han pasado los años y han cambiado los tiempos hoy en día todos los niños están escolarizados y la enseñanza es obligatoria hasta la adolescencia, sin embargo, sigue habiendo analfabetos, más de los que nos imaginamos.


Desde Santurce a Bilbao Blues Band - "Las cosas van cambiando"
1973 
            

Si en una reunión surgen conversaciones serias, la mayoría  resoplan y tachan de intenso o aburrido a quien o quienes hablan de cosas un poco más trascendentales de lo normal.
Quienes  organizan conferencias o actos de interés, relacionados con el arte, la historia o la literatura, sienten frustración por la poca asistencia.
Los más jóvenes pasan horas inmersos en realidades virtuales que merman su fantasía y los dirigen.
Por otro lado, los bares de copas, salas de fiesta, discotecas o cualquier otro evento en el que lo imprescindible sea que no puedas escuchar lo que te dice el de al lado, suelen estar abarrotados.
 
Escuchar o leer las palabras, asimilarlas, criticarlas, pensarlas y repensarlas, a veces, incluso, devorarlas como si se tratase un alimento indispensable, todo eso cuesta. Es duro crecer y convertirse en persona, escuchar las palabras y emplearlas.
Vivimos en un mundo en el que lo que abunda es dejarse arrastrar por los murmullos indescifrables, los atronadores sonidos que aturden, los innumerables cri cri de los grillos que nos atraen, porque no hay que esforzarse en comprender, simplemente hay que asentir.
 
Zapata canta "Las palabras" de Mario Benedetti

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