Escribo sus nombres y,
posiblemente, la mayoría no los conocerá: Luis J. Benavides, abogado. Enrique
Valdelvira, abogado. Ángel Rodríguez, emple
Cuando ocurrió el atentado yo
tenía 17 años y militaba en las juventudes de una organización política que aún
era ilegal. El recuerdo de aquellos días es algo que no he olvidado ni quiero
hacerlo.
La Transición, de la mano de
Adolfo Suárez, andaba sus primeros y temerosos pasos. El poder económico de
unos pocos, gestado y consolidado a la sombra de la dictadura, intentaba por
todos los medios “adaptarse” a los nuevos tiempos para seguir manteniendo su
lugar que, ahora, veían amenazado.
Uno de los asuntos en que
trabajaban los laboralistas de Atocha era la lucha contra la mafia del
transporte, en esos días hubo una importante huelga de camioneros reclamando
sus derechos.
Todos los que formaban parte de
aquel despacho, tanto abogados como administrativos, eran jóvenes idealistas y
luchadores que, con la Ley en la mano y casi sin recursos, intentaban conseguir
una sociedad más justa.
Está comprobado que algunos
sectores de la derecha se ponen muy nerviosos cuando no tienen el control,
sobre todo si nos referimos a asuntos de dinero. Y así pasó lo que pasó.
Creyeron que con este crimen
conseguirían que la izquierda (los
abogados eran de Comisiones Obreras y de P.C.E), se echaría a la calle
violentamente, lo que justificaría la intervención del ejército y la
consiguiente vuelta al sistema que protegía sus intereses.
El entierro de las víctimas fue
multitudinario. Más de 150.000 personas asistieron silenciosamente. Como dijo
uno de los supervivientes: “No hay clamor más fuerte que el silencio”.
En aquel despacho trabajaba la
entonces abogada y posteriormente jueza, Manuela Carmena. “...Es terrible
acabar con la vida de una persona y ese es mi recuerdo constante y mi homenaje,
no tanto a su muerte, que eso fue simplemente un asesinato, sino a la vida y a
la capacidad que ellos tuvieron de ayudarnos a disfrutar la Libertad y la
Democracia que ahora tenemos”. Manuela Carmena
“…Eso fue un crimen. Te duele
pero cuando ves tanta gente… como estaba el partido…era algo emocionante y la
gente no tenía miedo…”. Inés Gómez.
Sólo 46 años han pasado y
horrores como este ya han caído casi en el interesado olvido o en la
manipulación mediática. Es un error que esto suceda y que creamos que cosas así
no pueden volver a pasar.
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