La recién clausurada Cumbre ha
dejado un reguero de noticias de las que sólo han llamado mi atención dos de
ellas. La primera por irrisoria, me refiero a la “brillante idea” de cambiar el
nombre de la ensaladilla rusa que degustaron por el de “ensaladilla
internacional”. No sé lo que pensareis quienes estáis leyendo esto, pero a mí
me parece poco serio, de risa, como si se tratase del guion de una película de
los años 50 protagonizada por Gracita morales: “señorito, aquí tiene su
ensaladilla…internacional” o cuando tras la Guerra Civil no se nombraba el
color rojo y pasó a llamarse solamente colorado. Da un poco de vergüenza ajena
que se ponga el acento en cosas así cuando, en teoría, se están debatiendo
cosas de importancia.
La otra noticia que tiene mucho
de visual por todas las imágenes que hemos visto de ella, me ha hecho rememorar
la cantidad de películas, cuya acción transcurría en tiempos pasados, cuando
tras las comidas de personas importantes y sus cónyuges, la anfitriona de la
casa decía “dejemos a los hombres que hablen de sus cosas, aprovecharé para
mostrarles la nueva planta que he hecho traer de (cualquier país exótico valía,
dependiendo de la época y el contexto)”; esta frase podía tener infinitas
variantes, a veces era el anfitrión quien tomaba la palabra “ señores,
discutamos todo esto con un buen brandy y un buen cigarro, seguro que las damas
tienes cosas más amenas en las que emplear el tiempo”
Me estoy refiriendo, claro está,
a esas fotos de los encumbrados, pongo masculino porque la mayoría eran hombres
y las encumbradas cónyuges, aquí pongo femenino porque ellas eran mayoría.
Mientras los señores hablaban
sesudamente de cosas importantes, armas, guerras y esas cosas, las anfitrionas:
la reina consorte y la esposa del presidente de gobierno, se ocuparon de
entretener a las acompañantes llevándolas a dar un paseo por “La Granja de san
Ildefonso” y los jardines de esta, también vieron la exposición de tapices y el
Dormitorio del rey, donde se les sirvió un café, luego asistieron a una
exhibición de vidrio soplado en la Real Fábrica de Cristales. El broche final a
esta excursión cultural fue la visita para ver, en el museo Reina Sofía, el
Guernika de Pablo Picasso.
Todo esto hace que me plantee algunas
preguntas:
¿Cuál habría sido el resultado de
la Cumbre si se hubiese intercambiado el orden del día de ambos grupos?
¿Quién fue el encargado de
protocolo que eligió El Guernika, conocido mundialmente por ser un símbolo
antibelicista, como cuadro para ser visitado por las invitadas a un evento de
la O.T.A.N?
Quien fuese se merece mis
respetos y seguro que conoce la frase del maestro Leonard Cohen “Hay una grieta
en todo, así es como entra la luz” El Guernika ha sido la grieta de esta
cumbre.
(Artículo publicado en el número 1.250 del periódico Infolínea)
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