“La civilización es algo sin
consistencia que se resquebraja fácilmente. No han influido en la vida,
suavizándola, ni la religión, ni la cultura. El hombre en la guerra es tan
cruel y salvaje como lo era en la Edad De Piedra… ¡Qué salvajismo! ¡Qué odio tan
atroz! Un odio que persiste y estallará otra vez, un día cualquiera, sin saber
cuándo ni como, dando la sensación de que no se acabará nunca” (Pio Baroja.
Miserias de la guerra).
Desde hace unas semanas he estado
apartada de las noticias sobre lo que ocurría en el mundo, (la muerte cercana
puede provocar un sufrimiento tan grande que todo lo invade y no deja lugar
para otra cosa).
El escenario que me encuentro, cuando el interés por lo que sucede se va abriendo paso, no puede ser más desolador. Desde donde alcanza mi memoria, casi siempre sabía de qué lado situarme ante un conflicto, según mis ideas sobre lo que es justo y lo que no lo es. He estado con el gobierno de la II República, con el ejercito aliado de las IIGM, con el gobierno de Allende, con el Pueblo palestino, con los saharauis…
Pero ahora me siento perdida, en esta guerra que poco a poco invade
nuestras vidas no encuentro la manera de comprender a ninguna de las partes
implicadas. No soy capaz de posicionarme, no encuentro la razón por ningún lado.
Leo y veo noticias sobre los enfrentamientos y os juro que no entiendo nada, es
como si hablasen un idioma que no soy capaz de traducir. No escucho ni una sola
palabra sobre desarme, tampoco reconozco ideas nobles y humanas. Solamente
recibo una intención solapada de sembrar el miedo para que sigamos aferrados a
este modo de vida que la pandemia no ha logrado arrebatarnos del todo.
Vuelven a verse estanterías
vacías de productos en los supermercados, al lado de carros de la comprar
llenos hasta los topes del producto que ese día han avisado los medios que va a
escasear. Como si la vida dependiese de un tipo de aceite o de una marca de
yogures determinada.
Durante este periodo de
aislamiento informativo del que hablaba al principio, y en una noche repleta de
insomnio, me llegó de manera casual el título de una película de los años 70,
“Network, un mundo implacable” de Sidney Lumet. En ella se habla de manera casi
visionaria, sobre lo que serían…y ahora son, los medios de comunicación, brazos
ejecutores de la siembra del miedo y la desinformación. Hace poco empezamos a
enterarnos de quienes se habían enriquecido a costa de la Pandemia y del
sufrimiento de la gente; no se cuánto tiempo pasará para que sepamos quién
ganará, en términos económicos, la contienda actual. De esta guerra solo sé
quién la inició, me falta saber quién tiene interés en pararla.
Por eso mi lugar está afuera de
cualquier gobierno y su ejército, mi sitio está con quienes no han podido
elegir, con las personas que de uno y otro lado se han visto inmersas en un
enfrentamiento de Amos Poderosos que no ocupan ni un minuto de su tiempo en
ocuparse de las cifras que suman las vidas perdidas, desalojadas, huidas. Amos
que sólo tienen un interés, multiplicar ganancias y dividir a la Humanidad.
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