5 feb 2021

LOS IMPORTANTES

                                              

Desde hace algún tiempo procuro templar los ánimos y no agregar inquietud o enfado a una situación ya de por si insostenible. Intento no echar más leña al fuego de una hoguera que amenaza con abrasarnos.

Eso no quita que haya temas, como el de hoy, que saca lo peor de mí. Me refiero a la cuestión de quienes se han vacunado aprovechándose del lugar de privilegio que ocupan en algunos de los estamentos de nuestra sociedad. Lo que más me preocupa no es lo que ya sabemos si no lo que nos queda por saber.

¡Que memoria más frágil tenemos! En los primeros meses de la pandemia, a todos se les llenaba la boca con quienes eran los imprescindibles en nuestra sociedad. A los sanitarios, (que convertimos en héroes), les seguían los trabajadores en los sectores de primera necesidad, campesinos, obreros de las fábricas, trabajadores de supermercados y tiendas de barrio. En ningún momento se hablaba de cargos políticos, militares o religiosos. Junto a los imprescindibles, la Solidaridad estuvo del lado de los abuelos en residencias, que estaban muriendo de forma imparable y dolorosa. De hecho, cuando se consiguiera tener una vacuna contra el virus, ellos serían los primeros vacunados.

Como no quiero ser imprecisa en este tema tan grave, a continuación, cito la estrategia de vacunación, tal y como la ha publicado el Gobierno de España:  “Etapa 0: Desarrollo, Autorización y Evaluación. Etapa 1, primeras dosis disponibles (actual): Residentes y personal en centros de mayores. Personal sanitario y sociosanitario (primera línea y otros) Grandes dependientes no institucionalizados. Etapa 2, más dosis disponibles (marzo): Personas mayores de 80 años. Etapa 3, vacuna ampliamente disponible: Resto de grupos prioritarios”.

En Murcia hemos pasado de llenar noticiarios con las palabras que un cargo de la Universidad Católica decía para advertir contra las vacunas porque nos iban a introducir un “Chis” para controlarnos a ser noticia porque el Consejero de sanidad y otros cuatrocientos cargos de la Consejería se han vacunado sin que fuese su hora. Por lo visto, quienes ocupan lugares de cierta relevancia se creen que los protocolos y normas no van con ellos, son para “los demás”. Creen, de verdad, que son un grupo aparte de más importancia y categoría que el resto, no consideran que lo que han hecho está mal. Ahora, cuando las ven venir mal dadas tiran para adelante y “que me quiten lo bailado”.

Desde que el emérito dijo aquello de “lo siento mucho, me he equivocado, no volverá a ocurrir” cuando lo pillaron en una cacería de elefantes. Las disculpas y arrepentimientos en el plano político me suenan a hueco. Tampoco me sirven las dimisiones cuando de lo que se trata es de la salud pública. Los ya vacunados, ilegalmente, con la primera dosis tienen asegurada la segunda, lo contrario sería desperdiciar algo que ahora mismo es valioso. Para ellos recojo las palabras del monologuista Miguel Ángel Martín “ahora que van a ser inmunes, pues a ayudar a los hospitales”.

Intento ver cosas positivas entre lo que me rodea, pero me cuesta. Me cuesta ver cómo, ahora, a toda esa clase política que debería estar luchando unida contra el enemigo común que nos está diezmando sanitaria y económicamente, solo la vemos en actos electorales rodeados de banderas de los diferentes colores. Me cuesta entender que, en el peor momento de una pandemia, el ministro de sanidad abandone su cargo para postularse en unas elecciones autonómicas y anhelo que quien lo sustituya compense este dislate.

Me quedo con unas palabras del filósofo Slavoj Zizec “…Se dice que la crisis sacó lo peor de nosotros, yo disiento. Tuve problemas de salud durante el confinamiento y recibí ayuda no solo de médicos y enfermeras sino de vecinos y asociaciones. Empecé a creer en la Ética de la gente corriente. La decencia de pensar “esto tiene que hacerse y yo estoy aquí”. La izquierda debería utilizar, que no manipular, este despertar de la Solidaridad…”

  (articulo publicado en el numero 1.185 del periódico Infolínea) 

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