El domingo, día 31 de enero, ha
hecho un año desde que se dio el primer caso de COVID en territorio español,
fue un turista alemán que estaba de vacaciones en la isla de La Gomera. Cuando
nos enteramos de esta noticia casi nadie le prestó atención y poco nos
imaginábamos lo que vendría después.
Escribo en la mañana del día dos
de febrero, día de La Candelaria, a lo lejos escucho cohetes que, otros años,
significarían el comienzo de la Romería. Estamos en la mitad del invierno y,
según la tradición, lo peor de esta etapa ya ha pasado.
La Candelaria, como casi todas
las fiestas cristianas, es de origen pagano; esta en concreto tiene que ver con
la leyenda griega de la diosa Perséfone que, raptada por Hades, dios del Inframundo,
sólo volvía a la tierra de los vivos durante la primavera y el verano. En
conmemoración suya se creó la fiesta de las luces (calendas), donde las mujeres
recreaban, a principios de febrero, la búsqueda de la diosa para que terminara
la etapa invernal. Es una festividad eminentemente femenina.
En EE. UU. se celebra El Día
2021 ya empieza a parecer nuestro “Año de la Marmota”, algunos eventos serán “aplazados” por segundo año consecutivo, mientras en nuestra vida diaria todos los días empiezan a parecerse entre sí.
Para salir de la rutina, decidí
ver el pleno del ayuntamiento del mes de enero, algo que no hacía desde hace mucho
tiempo. Me pareció excesivamente largo y farragoso, pero al estar en video pude
ir adelantando las partes que no eran de mi interés. No voy a hacer ningún
comentario político del mismo. Sí he de reconocer mi profunda tristeza al ver
que, a pesar de que las imágenes de todos los que componían el pleno aparecían
pegadas entre sí, la crispación y la falta de cohesión era lo que más resaltaba,
“tan cerca pero tan lejos”. Hubo algunos momentos en los que el odio y la
violencia verbal traspasaban la pantalla.
Me gustaría saber por qué nos cuesta
tanto a todos, en este caso a los políticos, dejar de repetir errores que no
nos llevan a ningún lado. Buscando culpables, intentando sacar rédito de las
equivocaciones del contrario. Destruir en vez de construir. Hacer con los
deméritos ajenos los méritos propios.
Cuando acabó el vídeo, imaginé lo
bueno que sería si, al igual que hacían nuestras antepasadas griegas, saliésemos
con candelas de sabiduría y tolerancia en las manos, en busca un “buen tiempo”
que permita dejar atrás el Invierno ideológico en el que estamos y salir del
bucle que no somos capaces de romper.
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