Odiseo es el nombre griego de
Ulises, de ahí que se llame “La Odisea” a la obra de Homero que cuenta el viaje
de Ulises a Ítaca, su ciudad, tras la caída de Troya.
“…No temas a los lestrigones ni a
los cíclopes ni al colérico Poseidón, seres tales jamás hallarás en tu camino,
si tu pensar es elevado, si selecta es la emoción que toca tu espíritu y tu
cuerpo…” (Camino a Ítaca. Cavafis.)
Como podéis ver, hoy me ha dado
por la mitología, en los mitos antiguos se encuentra el reflejo de las
contradicciones y las pasiones humanas como en ningún otro sitio.
Últimamente podemos encontrar el
nombre Odiseo en los medios murcianos y a mí me parece que es una manera de
utilizar la palabra de un Héroe en vano. Poner el nombre del protagonista de
una historia de supervivencia, (que narra el enfrentamiento del hombre con toda
clase de males), a un casino me parece bastante descriptivo. El gobierno
regional ha decidido que las casas de apuestas y los casinos no son lugares de
peligro para contagiarse del Coronavirus.
En La Odisea se cuenta, de forma
retrospectiva, como fue la caída de Troya y cuál fue la estratagema utilizada
por Ulises para vencerla. Todos conocemos la historia del Caballo de Troya, el
regalo que los troyanos recibieron como signo de rendición pero que sin embargo
fue el causante de su derrota.
En estos tiempos confusos que
vivimos, llenos de informaciones y actuaciones contradictorias, deberíamos
despertar del letargo, activar nuestro criterio y no hacer caso a los cantos de
sirena o a esos regalos disfrazados de oportunidades que pueden ser jugar en el
casino, cazar en el monte o esquiar en las pistas nevadas. Quizás es la hora de
cambiar el ‘Sálvame’ por el ‘Voy a ponerme a salvo’.
Ulises (Odiseo) a mitad de su
viaje es advertido por la diosa Circe sobre unas criaturas marinas de bellos e
hipnotizadores cantos que arrastraban a los navegantes a la locura y morían
ahogados. En estos momentos nos hallamos rodeados de sirenas con cantos de lo
más variados que intentan embaucarnos y llevarnos al abismo, estamos siendo
avisados, pero parece que una fuerza mayor que nosotros mismos nos empuja hacia
los arrulladores y mortíferos brazos.
Se apela a la responsabilidad
individual y colectiva, pero considero que también hay que tener en cuenta la
institucional, si no, corremos el riesgo de acabar, como Polifemo, diciendo que
Nadie es responsable.
Para finalizar:
Ojalá que, cuando este periódico
esté en la calle, en Estados Unidos sea presidente Biden. Lo que ocurre en este
país, nos guste o no, influye de forma determinante en el resto del mundo.
Y no, no creo que la escapada del señor Puigdemont tenga nada que ver con el exilio sufrido por tantos españoles y españolas que tuvieron que abandonar nuestro país, tras el golpe de estado de Franco, huyendo de la muerte. Republicanos que vivieron mil penurias fuera de España, muriendo la mayoría sin haber tenido la posibilidad de volver a ella.
"Viatge a Ítaca"