7 ago 2017

EL MIEDO


                                                        


"A la hora de ir a trabajar, un leñador descubrió que le faltaba el hacha. Observó a su vecino. El vecino tenía todo el aspecto de un ladrón de hachas. Estaba claro: la mirada, los gestos, la manera de hablar. Unos días después el leñador encontró el hacha que había perdido y, cuando volvió a observar a su vecino, comprobó que no se parecía para nada a un ladrón de hachas, ni en la mirada, ni en los gestos, ni en la manera de hablar." (Indicios, Eduardo Galeano).


Uno de los sentimientos más humanos es el miedo, miedo a lo desconocido, a lo diferente, a lo que no comprendemos. El miedo nos hace comportarnos de las más diversas formas, unas veces nos paraliza y otras nos enfurece, pero ambas cosas son la cara de la misma moneda, la incapacidad de reconocer que no sabemos lo que no sabemos.

En una sociedad culta, no existiría el miedo y sería, por lo tanto, una sociedad libre. Ahora bien, ¿que significa ser culto? ¿tener muchos conocimientos? ¿haber leído muchos libros? ¿viajar?, creo que es todo eso, pero nada de eso en realidad.
La cultura es algo que va mucho más allá y que atañe a la parte que de humano hay en cada uno de nosotros. La cultura implica, entre otras cosas, conocer al otro para disipar o atenuar las diferencias.  En el actual siglo XXI nos está tocando vivir una sociedad multicultural donde deberíamos apostar por conocer al diferente para reconocernos en lo común.
 
Todos tenemos seres queridos, amigos, familiares etc. Y es muy posible que más tarde o más temprano sus caminos se vayan entrecruzando con los de alguien perteneciente a cualquiera de las diferentes culturas con las que convivimos, esto es una realidad ante la que no se puede cerrar los ojos, ni agredir de ninguna forma, sólo aprender de la historia, que se forja en su mayor parte a través de las diferentes migraciones.

Es comprensible, aunque no sea justo, que cada uno temamos perder nuestra “zona de confort” nuestro espacio conocido del universo en el que nos sentimos cómodos, por ello sentimos miedo y consideramos un atentado a nuestros derechos cualquier cosa que interfiera en lo que asumimos como nuestro.

Y, lo que nos molesta, lo que no queremos ver ni conocer, lo enviamos al extrarradio (o a algún polígono industrial), de ese modo conseguimos dejar al margen las realidades que sospechamos amenazantes de nuestra normalidad, no vaya a ser que nos demos cuenta de que no somos tan diferentes.
Nos cuesta cruzar esa línea invisible que nos separa de quienes no conocemos, así, refugiados en nuestro temor nos sentimos a salvo.
Y preferimos mirar hacia otro lado para no ver y seguir sintiendo miedo, como cuando de pequeños temíamos a esos inexistentes monstruos que habitaban debajo de la cama o dentro del armario, de los cuales nunca nos atrevimos a comprobar su existencia.

He elegido este vídeo de la canción "el extranjero" de George Moustaki, además de por la letra, porque en el todo lo que parece no lo es, los paisajes no son reales sino representaciones.
 

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