30 ago 2017

EL LARGO (y cálido)VERANO

Clarence Millet "granja en el Mississippi"
Me gustan las librerías en general, aunque, si me dieran a elegir prefiero las que venden libros usados; me fascina rebuscar entre esa cantidad de volúmenes grandes, pequeños, mas o menos viejos, su olor....
A veces incluso te puedes encontrar sorpresas dentro de ellos: una dedicatoria, el nombre de la dueña, un papel plegado con alguna anotación; cosas que añaden un valor extra al libro encontrado.
Últimamente visito con frecuencia este tipo de establecimientos, alguna feria también, si tengo la ocasión. 
Durante una de esas visitas encontré, hace poco, un libro que llamó mi atención de una manera especial, "Santuario" de William Faulkner. Nunca había oído hablar de esta novela, a pesar de conocer más o menos la obra de este autor. Me gusta como describe, ese ambiente sureño, donde el pastel de melocotón y el blues son, junto a  las desigualdades, el racismo y la corrupción policial y judicial, los protagonistas de una sociedad que distaba mucho del "modo de vida americano" que se quería "vender" en aquellos años al resto del mundo.
 
 Nina Simone canta"Mississippi Goodman", canción que fue prohibida durante años en varios estados sureños
 
Mi curiosidad se despertó ante este libro, me puse a buscar... y encontré. Según parece "Santuario" fue un libro por el que su autor siempre sintió desprecio, renegando del mismo durante toda su vida. Lo escribió, no por el placer de escribir, que era lo habitual, sino con la intención de hacer un producto vendible, ya que necesitaba el dinero con urgencia, acababa de producirse el crac de la bolsa de Nueva York y Faulkner estaba recién casado.
El resultado fue , según sus palabras "la más horrible historia que pude imaginar", su aversión por esta novela se refleja en que fue la única de sus obras que no regaló  a su madre. La madre, como es natural, se las agenció para leerla, nunca le hizo a su hijo ningún comentario respecto a la misma.
 

Con estas expectativas me sumergí en la novela sureña, plagada de racismo, violencia, autoridades corruptas, sequía y calor.

 

No se si ha sido la lectura más acertada para este verano pero si me ha servido para darme cuenta de que, a pesar de si mismo, el autor del que hablo, escribió una gran novela y que ese mundo perverso, descrito en la historia de la que abominó durante toda su vida (porque a diferencia de sus otras obras, aquí, el mal triunfa sobre el bien), lo hemos superado con creces, en la sociedad actual.
En esta ocasión, Faulkner, se atrevió a correr el velo y dejar tan a la vista el horror, que llegó a horrorizarle a el mismo y, sin saberlo nos dejó la advertencia de quien ha visto lo más oscuro del hombre y nos recuerda que la bestia duerme dentro de el.
 
La lectura de un libro, buscar y rebuscar dentro y fuera de el, es un proceso apasionante, un viaje que sin darme cuenta he hecho de manera paralela en este largo y cálido verano.
 

19 ago 2017

LA ANORMAL NORMALIDAD (Yo si tengo miedo)


"La calle más alegre del mundo, la calle donde viven juntas a la vez las cuatro estaciones del año, la única calle de la tierra que yo desearía que no se acabara... nunca, rica en sonidos, abundante de brisas, hermosa de encuentros,. antigua de sangre: Rambla de Barcelona." García Lorca.1935

El jueves pensaba  que las palabras se quedaban cortas para describir todo lo que sentía al enterarme de lo que acababa de ocurrir en Barcelona. Han pasado apenas cuarenta y ocho horas, ahora, me cuesta no decir todo lo que pienso.
Desde ese primer momento he seguido las noticias que han ido apareciendo como una avalancha en los diversos medios de comunicación y he presenciado, asqueada, la difusión de vídeos del Horror con toda su crudeza, exhibidos como trofeos de caza capturados por objetivos móviles de aficionados al sufrimiento y al morbo.
¿Es, de verdad, necesario mostrar el dolor y el miedo de esos instantes?
¿No tenemos derecho a la privacidad, el respeto y la intimidad en momentos de tanto sufrimiento?

Creo que no es información, (ni libertad), mostrar los minutos transcurridos inmediatamente después del atentado, en el que tantos seres humanos se enfrentaron a la muerte, no es sino sensacionalismo aprovechándose del Horror terrorista. Hay otras formas de mostrar la barbarie sin que se vulneren los derechos de las personas.
Las cadenas de televisión han llenado horas y horas de programación con noticias, videos, entrevistas; imágenes repetidas hasta la saciedad, los mismos rostros, las mismas escenas una y otra vez, hasta conseguir que lo que debería ser información se convierta en todo lo contrario; quedándose el espectador en la superficie de los hechos; sin interés, ni ganas, de ahondar en lo profundo, en todo aquello que nos pueda valer para entender lo que está pasando y porqué está pasando.
 
Dieciséis horas más tarde del Horror todos los informativos nacionales se congratulaban porque las Ramblas amanecían como si nada hubiese pasado, los comercios abriendo sus puertas, los hoteles recibiendo clientes y miles de personas paseando y aprovechando los días de vacaciones.
Y yo me pregunto: ¿La normalidad es disfrazar la realidad para que parezca que todo vuelve a estar como antes, que las aceras que sólo unas horas antes se sembraban de muerte, aparezcan bulliciosas y llenas de vida?.
14 personas muertas y 126 heridas son un balance demasiado terrible como para que quede camuflado bajo una capa de “normalidad”
Pienso que pasar de puntillas y mostrar una tranquilidad inexistente es mentir. Corremos el riesgo de que, normalizando con tanta rapidez, situaciones de una gravedad tan grande, se acabe normalizando también la sinrazón y esta termine instalándose en nuestra vida cotidiana.
No podemos acostumbrarnos a actos de este calibre, hay que denunciarlos, censurarlos, conocer sus causas y buscar soluciones justas entre todos.
Sin embargo, para no olvidar que somos humanos, es preciso darnos un tiempo para llorar, para honrar la vida de quienes la perdieron, para asumir que somos frágiles y vulnerables, para reconocer que acciones desprovistas de toda humanidad como la ocurrida el jueves, a las personas de bien nos aterran, porque no caben en un concepto ético de la vida en Paz, Libertad e Igualdad.

Todo esto me parece más importante que el que los comercios abran sin haber transcurrido ni veinticuatro horas para que los clientes puedan seguir comprando, que los periodistas famosos se den cita en las Ramblas para ser protagonistas o que las tertulias televisivas llenen horas y horas de impostada e irrebatible sabiduría.
"Imagine"
 
 

15 ago 2017

CREER EN CUENTOS DE HADAS

Azulejo realizado por mi con la técnica de "cuerda seca"
 
Parece que fue ayer cuando me regalaron mi primer cuento, recuerdo el título "El arpa mágica" , era uno de aquellos troquelados que no sé si se siguen editando hoy en día.
Genéricamente se llamaba a todos los cuentos infantiles cuentos de hadas aunque no fuese así, si miramos con detenimiento, en la mayoría de los cuentos populares no aparecen las hadas; los seres mágicos de vestidos etéreos y alas de mariposa que fueron protagonistas, por excelencia, de mis sueños infantiles.
Cuando una, al crecer, se mantenía agarrada a la fantasía, con su posterior desencanto, era acusada de "seguir creyendo en cuentos de hadas", sería por aquello que dicen  de que sólo los niños pueden verlas y que, al hacernos mayores, deberíamos perder ese don.
 
 
Su nombre viene del latín fatum, hado o destino. En Grecia eran los hados, que podían ser unas veces hombres y otras mujeres, según el caso. En la Edad Media eran conocidas como el buen pueblo o la buena gente. Los pueblos cuyas creencias populares tienen orígenes celtas siguen manteniendo una buena relación con ellas.
 
En todas la épocas y culturas tenían un denominador común: eran las conocedoras del poder y las virtudes que tienen las palabras, las hierbas y las leyendas; también eran las encargadas de restablecer el equilibrio natural, protegiendo la naturaleza, los bosques, ríos, lagos y fuentes.
El tiempo, su medida, era bien distinto en el mundo de las hadas y el de los hombres, un minuto podía durar una hora, un día, un  año o un siglo y a la inversa.
Ellas amaban la música, cantar y bailar pero también ayudaban a los hombres en el campo, protegiendo las cosechas de las tormentas.
 
Hace ya muchos años desde aquellos en que creía en las hadas y en la magia, años en los que la imaginación se poblaba con seres de cuentos donde todo era posible si hacías el bien.
 
Cada día que pasa pienso con más frecuencia en la necesidad de que el mundo en que vivimos vuelva a creer en las hadas y, así, recuperar el espíritu femenino que habita en los cuentos para restablecer el equilibrio, roto ahora en mil pedazos.
 
Rozalén "Porque las hadas existen"
 
 
 
- Hoy en día  sólo tenemos relación con un hada, perteneciente  a una multinacional norteamericana, que da nombre a un jabón para fregar los platos, y según su publicidad tiene el poder de "limpiar hasta lo más sucio" y "es el milagro anti grasa", irónicamente este lavavajillas va en un envase de color verde,  verde como los bosques de las hadas de mis cuentos. -



7 ago 2017

EL MIEDO


                                                        


"A la hora de ir a trabajar, un leñador descubrió que le faltaba el hacha. Observó a su vecino. El vecino tenía todo el aspecto de un ladrón de hachas. Estaba claro: la mirada, los gestos, la manera de hablar. Unos días después el leñador encontró el hacha que había perdido y, cuando volvió a observar a su vecino, comprobó que no se parecía para nada a un ladrón de hachas, ni en la mirada, ni en los gestos, ni en la manera de hablar." (Indicios, Eduardo Galeano).


Uno de los sentimientos más humanos es el miedo, miedo a lo desconocido, a lo diferente, a lo que no comprendemos. El miedo nos hace comportarnos de las más diversas formas, unas veces nos paraliza y otras nos enfurece, pero ambas cosas son la cara de la misma moneda, la incapacidad de reconocer que no sabemos lo que no sabemos.

En una sociedad culta, no existiría el miedo y sería, por lo tanto, una sociedad libre. Ahora bien, ¿que significa ser culto? ¿tener muchos conocimientos? ¿haber leído muchos libros? ¿viajar?, creo que es todo eso, pero nada de eso en realidad.
La cultura es algo que va mucho más allá y que atañe a la parte que de humano hay en cada uno de nosotros. La cultura implica, entre otras cosas, conocer al otro para disipar o atenuar las diferencias.  En el actual siglo XXI nos está tocando vivir una sociedad multicultural donde deberíamos apostar por conocer al diferente para reconocernos en lo común.
 
Todos tenemos seres queridos, amigos, familiares etc. Y es muy posible que más tarde o más temprano sus caminos se vayan entrecruzando con los de alguien perteneciente a cualquiera de las diferentes culturas con las que convivimos, esto es una realidad ante la que no se puede cerrar los ojos, ni agredir de ninguna forma, sólo aprender de la historia, que se forja en su mayor parte a través de las diferentes migraciones.

Es comprensible, aunque no sea justo, que cada uno temamos perder nuestra “zona de confort” nuestro espacio conocido del universo en el que nos sentimos cómodos, por ello sentimos miedo y consideramos un atentado a nuestros derechos cualquier cosa que interfiera en lo que asumimos como nuestro.

Y, lo que nos molesta, lo que no queremos ver ni conocer, lo enviamos al extrarradio (o a algún polígono industrial), de ese modo conseguimos dejar al margen las realidades que sospechamos amenazantes de nuestra normalidad, no vaya a ser que nos demos cuenta de que no somos tan diferentes.
Nos cuesta cruzar esa línea invisible que nos separa de quienes no conocemos, así, refugiados en nuestro temor nos sentimos a salvo.
Y preferimos mirar hacia otro lado para no ver y seguir sintiendo miedo, como cuando de pequeños temíamos a esos inexistentes monstruos que habitaban debajo de la cama o dentro del armario, de los cuales nunca nos atrevimos a comprobar su existencia.

He elegido este vídeo de la canción "el extranjero" de George Moustaki, además de por la letra, porque en el todo lo que parece no lo es, los paisajes no son reales sino representaciones.