Clarence Millet "granja en el Mississippi" |
Me gustan las librerías en general, aunque, si me dieran a elegir prefiero las que venden libros usados; me fascina rebuscar entre esa cantidad de volúmenes grandes, pequeños, mas o menos viejos, su olor....
A veces incluso te puedes encontrar sorpresas dentro de ellos: una dedicatoria, el nombre de la dueña, un papel plegado con alguna anotación; cosas que añaden un valor extra al libro encontrado.
A veces incluso te puedes encontrar sorpresas dentro de ellos: una dedicatoria, el nombre de la dueña, un papel plegado con alguna anotación; cosas que añaden un valor extra al libro encontrado.
Últimamente visito con frecuencia este tipo de establecimientos, alguna feria también, si tengo la ocasión.
Durante una de esas visitas encontré, hace poco, un libro que llamó mi atención de una manera especial, "Santuario" de William Faulkner. Nunca había oído hablar de esta novela, a pesar de conocer más o menos la obra de este autor. Me gusta como describe, ese ambiente sureño, donde el pastel de melocotón y el blues son, junto a las desigualdades, el racismo y la corrupción policial y judicial, los protagonistas de una sociedad que distaba mucho del "modo de vida americano" que se quería "vender" en aquellos años al resto del mundo.
Durante una de esas visitas encontré, hace poco, un libro que llamó mi atención de una manera especial, "Santuario" de William Faulkner. Nunca había oído hablar de esta novela, a pesar de conocer más o menos la obra de este autor. Me gusta como describe, ese ambiente sureño, donde el pastel de melocotón y el blues son, junto a las desigualdades, el racismo y la corrupción policial y judicial, los protagonistas de una sociedad que distaba mucho del "modo de vida americano" que se quería "vender" en aquellos años al resto del mundo.
Nina Simone canta"Mississippi Goodman", canción que fue prohibida durante años en varios estados sureños
Mi curiosidad se despertó ante este libro, me puse a buscar... y encontré. Según parece "Santuario" fue un libro por el que su autor siempre sintió desprecio, renegando del mismo durante toda su vida. Lo escribió, no por el placer de escribir, que era lo habitual, sino con la intención de hacer un producto vendible, ya que necesitaba el dinero con urgencia, acababa de producirse el crac de la bolsa de Nueva York y Faulkner estaba recién casado.
El resultado fue , según sus palabras "la más horrible historia que pude imaginar", su aversión por esta novela se refleja en que fue la única de sus obras que no regaló a su madre. La madre, como es natural, se las agenció para leerla, nunca le hizo a su hijo ningún comentario respecto a la misma.
Con estas expectativas me sumergí en la novela sureña, plagada de racismo, violencia, autoridades corruptas, sequía y calor.
No se si ha sido la lectura más acertada para este verano pero si me ha servido para darme cuenta de que, a pesar de si mismo, el autor del que hablo, escribió una gran novela y que ese mundo perverso, descrito en la historia de la que abominó durante toda su vida (porque a diferencia de sus otras obras, aquí, el mal triunfa sobre el bien), lo hemos superado con creces, en la sociedad actual.
En esta ocasión, Faulkner, se atrevió a correr el velo y dejar tan a la vista el horror, que llegó a horrorizarle a el mismo y, sin saberlo nos dejó la advertencia de quien ha visto lo más oscuro del hombre y nos recuerda que la bestia duerme dentro de el.
La lectura de un libro, buscar y rebuscar dentro y fuera de el, es un proceso apasionante, un viaje que sin darme cuenta he hecho de manera paralela en este largo y cálido verano.