9 abr 2017

LA INFANCIA DEL REVÉS



                                                                                Posiblemente hablar de niños es una de las cosas más difíciles, parece que se diga lo que se diga siempre esta una a punto de meter la pata.
Por ejemplo, decir que los críos deberían ir solos a clase, sobre todo en los pueblos que las distancias no son grandes y podrían ir incluso andando; que deberían encargarse de hacer sus deberes sin ayuda y ser responsables de sus tareas sin intromisión paternal; que tienen que cometer sus propios errores para ir aprendiendo por mucho que esto nos preocupe; que, si las carteras les pesan, más les pesaría no poder tenerlas; que las tareas extraescolares deberían limitarse a jugar al aire libre; que tener móviles no es una necesidad para los niños sino para los padres etc.
Por otro lado, ocurre lo que podríamos llamar “fenómeno social”, y es que nos están invadiendo las modas de niños que compiten haciendo tareas de adultos. Niños cocineros demostrando que son capaces de elaborar los más complicados platos, niños cantantes que remedan a adultos interpretando canciones llenas de emociones que, debido a su edad, aún no han experimentado, niños que visten ropas de adultos y usan maquillajes de adultos, niños que quieren ser famosos como única forma de reconocimiento social.
No sé, pero siento que estamos asistiendo a una contaminación de la infancia por el mundo adulto, mediante esta contaminación los adultos se ven reflejados en sus hijos o, al menos, intentan que sus hijos sean la imagen que ellos tienen de sí mismos.
Los niños tienen el derecho y la necesidad de ser niños, de jugar, de escuchar cuentos contados por los padres y no reproducidos por una máquina, tienen derecho a aburrirse y a holgazanear. Sólo de esta manera su imaginación tendrá sitio para crecer.
"Voy a holgazanear".
 
Los adultos por su parte parecen perseguir una permanente adolescencia, adoleciendo de seriedad y rechazando todo aquello que signifique madurar o envejecer, vocablos malditos que nadie quiere asociar a sí mismo.
Gimnasios y cirugías, vestimentas aniñadas, actitudes inmaduras.
Si visitamos la parcela política de nuestra sociedad nos encontramos con que es un reflejo de los adultos con miedo a serlo. La mayoría de proyectos políticos en vigor, de uno u otro signo, parecen, a veces, la puesta en práctica de trabajos de fin de carrera que no han salido demasiado bien.  
A mi, personalmente, me gustaría ver menos chascarrillos y más política, menos iniciativas chocantes y más firmeza, carteras más cargadas (aunque pesen), menos actuaciones y más acciones, más coherencia. Me gustaría ver que los padres que nos gobiernan visten como tales y se comportan acorde con su edad y el lugar que ocupan.
Queriendo ser eternamente joven sólo se consigue vivir como si no pasasen los años, es decir quedándose atrás.
El reino del revés. María Elena Walsh
Pero como he dicho al principio, cuando se habla de niños siempre se corre el riesgo de que se malinterprete.  

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