Enero, hasta nombrarlo da frío.
Dicen que su nombre deriva de Jano, el dios de la mitología romana. Un dios que
tiene dos caras, cada una mirando a un lado.
Jano también es el dios de las
puertas, de los comienzos y de los finales, por eso enero cierra un año y abre
otro. Indica que todo tiene un principio y un final que, a veces, se pueden dar
a la vez. También representa el pasado y el futuro, una cara mira atrás y otra
hacia adelante. Representa, por otra parte, la dualidad presente en todas las
cosas, personas o circunstancias: sombra y luz, femenino y masculino, vida y muerte etc.
Estamos sufriendo uno de los
inviernos más fríos y lluviosos de los últimos años, y ese viento que, cuando se acomoda, no se va. Viviendo,
como vivimos, en una de las zonas templadas del planeta tampoco podemos
quejarnos mucho, pero lo hacemos.
Este año hay algo que, añadido
a la temperatura…y a la culpa, hace que nos estremezcamos más de lo normal; ese
algo es la escondida tragedia que está pasando ante nuestros ojos, en Europa, en el
Mediterráneo.
Nombro la culpa porque no puedo evitar sentirme mal ante la impotencia por lo que está pasando. Hombres, mujeres y niños que huyen del horror de la guerra y la muerte, mafias que se aprovechan de sus ganas de vivir, depredadores que trafican con personas. En un mar y una tierra helados, donde sufren, todos los días, hambre y frio cientos de seres humanos. Todo eso ahí al lado, a unos pocos kilómetros. Viviendo las dos caras de la misma moneda, a tan sólo un paso.
Nombro la culpa porque no puedo evitar sentirme mal ante la impotencia por lo que está pasando. Hombres, mujeres y niños que huyen del horror de la guerra y la muerte, mafias que se aprovechan de sus ganas de vivir, depredadores que trafican con personas. En un mar y una tierra helados, donde sufren, todos los días, hambre y frio cientos de seres humanos. Todo eso ahí al lado, a unos pocos kilómetros. Viviendo las dos caras de la misma moneda, a tan sólo un paso.
Las puertas del mediterráneo, el
mar amigo y generoso, están cerradas a lo desconocido. Aquel que fue cuna de
culturas y sabiduría, hace hoy alarde de ignominia e ignorancia. A sus orillas nacieron
las civilizaciones de las que, durante siglos hemos estado alimentándonos intelectualmente;
ahora es la muerte quien se enseñorea por ellas. De sus puertos partieron naves
llenas de los más complejos pensamientos, sus playas fueron hogar de héroes y semidioses,
ahora ni siquiera son refugio para los hombres.
Mediterráneo, la canción que Serrat escribió llevado por su amor a este mar. Ahora que los tiempos y los significados están cambiando, ha grabado una versión colectiva en apoyo a los refugiados.
Según cuenta Ovidio en una
leyenda, Jano habría nacido del Caos, y sus dos rostros serian el
resto de esa desorganización primitiva. Posiblemente en esa rueda del destino
que no para de dar vueltas, estemos volviendo al caos, si alguna vez salimos de
el, pero sólo somos capaces de mirar al frente, a lo medido, lo contado, lo
evaluado, lo cierto, lo seguro, lo tranquilo, aunque, a lo lejos, a nuestras
espaldas, escuchemos el sonido de nuestras conciencias desmoronándose.
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