28 oct 2016

A VECES ME GUSTARÍA SER DE DERECHAS (Pero luego se me pasa)


En muchos momentos a lo largo de la vida he echado de menos tener la certeza de hacer lo correcto, siempre he tenido que decidir y acertar o equivocarme según pintase la ocasión. La mayoría de las veces no he seguido los, bienintencionados, consejos que se me daban para evitar errores y he ido aprendiendo a partir de mis elecciones, más o menos acertadas. Nadie te da un manual infalible para la vida, a vivir sólo se aprende viviendo.
Por eso, en lo referente a la política y en momentos decisivos, a veces, me gustaría ser de derechas, no dudar, tener claros e inamovibles dogmas a los que ceñirme, y el as en la manga de la absolución, si cometes alguna falta, mayor de lo normal, que te produzca culpa. Eso debe de dar una tranquilidad… ¡no me digáis que no!. Pero una se ha encontrado siempre en la dura disyuntiva de elegir según convicciones éticas ante las cuales sólo tú misma eres quien puede darte la verdadera paz.
Y, cuando me refiero a ser de derechas, no me limito sólo a los militantes o simpatizantes de los partidos identificados como tales, me refiero también a quienes se comportan como si lo fuesen. Una buena amiga socialista, que vive en otro país, me decía un día: qué fácil es decir “soy de izquierdas” o “soy socialista” lo difícil es ejercer como tal, es fácil hablar de socialismo con dos o tres coches en el garaje, dos o tres viviendas, llevando a los hijos a colegios privados, haciendo uso de la medicina privada, evadiendo impuestos o apoyando gobiernos injustos. Es muy fácil hablar del hambre con el estómago lleno.
Ser de izquierdas (algunos emplean otros significantes con el mismo significado), posicionarse en ese lado imaginario del conjunto social, significa comprometerse con una serie de códigos éticos que van más allá de la religión, de los estatutos de partidos y de las disciplinas de voto.

Elegir estar del lado de la Justicia social, de la Solidaridad, la Libertad, la Verdad y la Responsabilidad, es de valientes, porque significa incertidumbre, porque significa defender lo general por encima de lo particular, con lo que cuesta eso en la sociedad actual, en la que se nos adiestra en la ideología neoliberal bajo consignas subliminales “haz lo que sea para conseguir dinero o serás un fracasado” “se tú mismo, sin importarte los demás” “La incertidumbre es mala, vota certeza”. Una sociedad en la que “Ser libre” significa poseer, tener, acumular, cosas que te esclavizan.


Por eso, aunque a veces me tiente, por comodidad, ser de derechas, se me pasa pronto. Porque no hay nada más satisfactorio que obrar en conciencia, elegir lo que consideres éticamente correcto, a pesar de los “cantos de sirena”, vivir con lo imprescindible y prescindir de lo que nos aboca al abismo.

15 oct 2016

DYLAN, FLOTANDO EN EL VIENTO


Menudo revuelo ha montado entre la intelectualidad, el Nobel de literatura adjudicado a Bob Dylan. La noticia ha sorprendido, a unos para bien y a otros, todo Lo contrario.

Me doy cuenta de que, ante esto, como en otras muchas cosas, han aparecido los “puristas”, esos que de todo  saben, llevándose las manos a la cabeza ¡un cantautor, premio Nobel, Sacrilegio! Que yo me pregunto: ¿toda esta gente se considera poseedora de los criterios objetivos para la designación de dicho premio?  a ellos les preguntaría ¿qué tiene la obra, por ejemplo, del nobel de 2012 Mo Yan que le haga más merecedor de este premio que cualquier otro?
A las élites que consideran que la canción no es un género digno de este premio, les diría que porqué este no y el periodismo sí. Recordaremos que el año pasado fue Nobel la periodista Svetlana Aleksievich, cuya magnífica obra, prácticamente desconocida, se dio a conocer, mayoritariamente, a partir de entonces.
Qué es preciso para que algo sea incluido dentro de la categoría “literatura”? si mal no recuerdo, al estudiar esta disciplina comenzábamos por el “mester de juglaría” y el “mester de clerecía”, ambos, géneros literarios con contenido opuesto, de la literatura medieval. Utilizar la música como vehículo de la poesía es algo que se ha hecho a lo largo de la historia. Si es por méritos, la poesía y la música de Dylan los tiene sobrados.

Con quince años y, como cualquier adolescente de cualquier época, llenábamos los cuadernos con poemas y citas de nuestros autores preferidos.
En un viejo cuaderno conservo esto que una amiga, Pepa, en aquellos años, me dejó escrito.

Darle este premio a Bob Dylan, en los tiempos que estamos viviendo, tiene un valor añadido, en una sociedad vacía de consignas, de lemas, de palabras; es bueno que unos recordemos y otros conozcan las palabras que forman la poesía de este autor. Porque Robert Allen Zimmerman, ha sido capaz, no sólo de escribir hermosos poemas, si no de que la gente de a pie se sienta retratada en ellos, que sus canciones se conozcan mundialmente y que algunas sean considerados himnos que cantan la realidad de los sin voz. Canciones que han llevado por todo el mundo innumerables artistas.

A Bob Dylan la Academia Sueca le ha otorgado este premio «por haber creado una nueva expresión poética dentro de la gran tradición americana de la canción».

Quizás yo tampoco le habría dado el Nobel de Literatura, pero es que la categoría de “Nobel para Removedores de Conciencias” aún no existe.[






11 oct 2016

LA FERIA Y LA POLVORA


Octubre huele a fiesta, sus días tiene el color amarillento de un sol marchito, extenuado tras el intenso verano, el aire trae, por fin, una brisa fresca. A veces me gustaría volver por un momento a mi niñez para comprobar si es verdad que entonces todo olía y lucía mejor o sólo es mi particular idealización de la infancia.
Estos días de feria, en los que una lesión de rodilla me tiene forzosamente recluida, observo desde la distancia
En los años sesenta, la feria era tan importante y tan diferente. Unos días que los niños esperábamos con afán, porque, exceptuando el día de reyes, era el momento en que nos compraban un juguete, nos “enferiaban”. Íbamos con nuestros padres y echábamos a la tómbola, poco, porque no había, con la esperanza de conseguir, en mi caso, una muñeca.
No había chiringuitos, ni feria de día, ni de tarde. Había puestos de turrón, del blando, del duro, y aquel que llevaba frutas de colores que lucían como piedras preciosas. En estos puestos también servían copitas de anís, mistela, coñac, aguardiente y poco más.
Como atracciones teníamos los caballitos, el tren de la bruja, los coches eléctricos, a veces, venia una noria. También estaba la “caseta de los tiros” sólo para chicos. Antes de la feria se elegía a la reina de las fiestas.
Todo acababa con el castillo de fuegos artificiales, el día de la patrona, al que asistíamos entre aterrados y maravillados, aferrándonos a la mano de los adultos.
Este año, desde la distancia, como ya he dicho, a pesar de la cantidad de actividades y festejos que se han ido añadiendo a lo largo del tiempo a las fiestas patronales, sólo he podido asistir a una, al castillo.
Los fuegos artificiales me parecen el acto más democrático de todas las fiestas, es el único del que pueden participar todos los alhameños, se ve desde todo el pueblo y no hay que pagar por verlo.
A veces leo comentarios contra los fuegos de artificio, incluso piden su prohibición, porque asustan a los animales.
A mí, estas cosas, no dejan de sorprenderme y pienso en los niños que viven en zonas de guerra, los que huyen del estruendo y la muerte que produce otra clase de pólvora, niños de los que nadie se acuerda.
Me da por pensar que los niños de estos lugares, son tratados por todos nosotros peor que si fueran animales.
Y creo que los fuegos artificiales sirven o deberían de servirnos, para celebrar la vida, utilizando como divertimento, en tiempo de paz, lo que aquí, en otras épocas y, hoy, en otros sitios sólo produce muerte.


3 oct 2016

TIEMPO DE MONSTRUOS

Medusa, paralizaba a los mortales con su mirada

Mirando la cartelera de estrenos cinematográficos, compruebo que hay dos, una coproducción hispana/estadounidense y otra española con la palabra monstruo en sus titulares, me refiero a “Un monstruo viene a verme” y “El tiempo de los monstruos”. Entre los estrenos teatrales tenemos “El hogar del monstruo”.
Creo que los que se dedican a esto del arte, casi siempre se adelantan a los hechos, su sensibilidad y a veces su inconsciente, les hace reflejar, aunque sólo sea en titulares, la realidad.
 
La Real Academia Española dice lo siguiente, monstruo: Del lat. Monstrum. 1. ser que presenta anomalías o desviaciones notables respecto a su especie. 2. ser fantástico que causa espanto. 3. cosa excesivamente grande o extraordinaria en cualquier línea. 4. Persona o cosa muy fea. 5.m. Persona cruel y perversa.
 
 Decidme si no os parece que lo de los títulos es pura clarividencia. A día de hoy mires donde mires, todo va en la línea de las definiciones del diccionario.
Desde los Estados Unidos nos viene la amenaza de que gane las elecciones un depredador de la justicia. En Colombia, el odio y el miedo ha dicho NO a la paz.  El Mediterráneo sigue devorando a sus hijos, como un inmenso ser mitológico.
La actual situación podía haber sido, hace unos años, una superproducción de cine fantástico o de terror, podemos comprobar como la realidad siempre supera a la ficción.
 
En España, nuestra querida España, resurgen los cadáveres políticos para causar espanto, recordándonos y utilizando sus crueles y perversas intenciones. La aristocracia política, formada por quienes heredaron privilegios de otras épocas y por los que en años posteriores recibieron el nobiliario nombre de Barones y Baronesas, camina por un mismo camino de dirección única.
 
Con la palabra monstruo, nos viene inmediatamente a la memoria Frankenstein, pero no debemos olvidar que Frankenstein era quien creo a la Criatura, no la Criatura en sí.
De la misma manera hay que mirar a quienes están detrás de las aberrantes decisiones que se están tomando, que benefician solamente a una élite social y van en perjuicio de la Inmensa Mayoría.
Quizás el significado etimológico de la palabra que da título a este escrito, aclara bastante este asunto. La palabra monstruo viene del latín monstrum. Esta, a su vez, se deriva del verbo monere, que significa ‘advertir’. Un monstruo era un aviso, una advertencia que enviaban al mundo, los dioses, las fuerzas sobrenaturales”.