26 may 2024

LXV

 


“Me atreveré a decirle que no pienso tanto en la vejez. Nunca creí que la edad fuera un criterio. No me sentía particularmente joven hace cincuenta años (cuando tenía veinte, me gustaba mucho la compañía de gente mayor), y no me siento vieja hoy. Mi edad cambia y siempre ha cambiado de hora en hora. En los momentos de cansancio tengo diez siglos; en los momentos de trabajo, cuarenta años; en el jardín, con el perro, tengo la impresión de tener cuatro años...” Marguerite Yourcenar. La vejez.

Recurro a estas palabras de Marguerite Yourcenar, porque, exceptuando lo del perro, (nunca fui muy amante de las mascotas), son palabras con las que me identifico ahora que estoy a punto de cumplir la edad en la que, según la sociedad, debería jubilarme. Pero, de vivir, como me comentaba una amiga, una no se jubila nunca

Como es la vida, la mayor parte de ella se vive de forma inconsciente y cuando empiezas a darte cuenta de todo lo que podrías hacer, ves que el tiempo se acorta. Aunque, ¿en qué consiste el tiempo? Ha habido años que han pasado tan rápidos que no eres capaz de decir qué hiciste en ellos, ahora, cada día, cada minuto, tiene un valor diferente.

El paso de los años te vuelven selectiva, te queda tan poco tiempo para todo lo que quieres conocer, leer, aprender, que no todo vale. Las elecciones personales son mucho más pensadas.

“… se bien lo que es vivir. No hay tiempo para odiar a nadie, ahora sé reír (……) y si me levanto y miro al cielo, doy las gracias y mi tiempo lo dedico a quien yo quiero.” Rozalén.

Esta etapa, si olvidamos los achaques, es a mi parecer, la más interesante. Lo aprendido a lo largo de los años te provee de una mirada distinta y el caleidoscopio gira de forma diferente. Los ideales se materializan en personas y son estas las que pasan a tener un valor fundamental. 

En uno de mis escritos anteriores hablaba de  “La zona de interés” sin haberla visto, ayer la vi. Podría deciros que es la película que me ha hecho sentir más miedo, aunque no hay en ella ni una sola escena de violencia. Esa mirada distinta de la que antes hablaba, aparece en esta obra en la que lo real está soterrado o detrás de un muro, pero sabes que está.

Ahora sé que está, que siempre está. Que camina a nuestro lado, aunque lo sintamos lejos. Que el ser humano es capaz de las mayores atrocidades. Que no todo el mundo es bueno.

Pero también existen las buenas personas, la gente amable, la gente sencilla que es capaz de pararse a consolar a un niño que llora, a escuchar el canto de un pájaro o a mirar esas flores que han salido, milagrosamente, entre el asfalto. A esta gente le hace un homenaje Win Wenders en su película “Días Perfectos”, entre esta gente me quiero quedar.

“La edad. Un sillón blanco donde sentarse con dignidad. Mirar que la vida es una desembocadura y que enfrente hay una bahía azul maravillosa…” Manuel Vincent.

 Porqué, porqué...

                                            

"...¿Por qué cuando alargo la vista se alarga la lista de lo que no entiendo...?"

 

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