28 dic 2023

LA VILEZA

 

Da la impresión que sólo se nos ablanda el corazón cuando se oyen villancicos y sacamos el espumillón. El frío nos vuelve sensibles a los reclamos que, desde ciertas organizaciones, se hacen para que ayudemos a las personas más desprotegidas, como si el estado de desamparo fuese estacional. Este es un engaño ante el que nos rendimos porque nos hace sentir bien, nuestra adormecida conciencia se queda en paz mientras nos lanzamos a consumir sin límites.

Que quieran, hacernos responsables de las injusticias y desigualdades  del mundo es algo ante lo que muchas veces no sabe uno como actuar, así que coge la opción que tiene más a mano: dar juguetes, donar alimentos etc.

Cuando era niña, en el colegio, el día del Domund (día del amor fraterno), nos daban a cada alumno un sobre para que los padres echaran el dinero que pudiesen. Este sobre era reclamado si tardabas en llevarlo a clase. A veces también nos “animaban” a salir para recaudar dinero con huchas que tenían varias formas: cabeza de negrito, cabeza de indio, cabeza de chinito…, este dinero iba destinado a la Misiones católicas que evangelizaban territorios paganos.

La irresponsabilidad de los gobiernos sigue siendo vergonzante, de vez en cuando vemos cumbres de Jefes de Estado que se reúnen con la excusa de arreglar un mundo en el que las desigualdades van en aumento “todos los meses del año”. Una vez acabada la reunión, cada mochuelo a su olivo y hasta la próxima.

En estos momentos hay muchos focos donde la violencia y el horror se desatan, provocando numerosas migraciones de aquellos que intentan huir de la guerra. Las ONGs son las encargadas de intentar suplir las carencias de poblaciones que carecen de lo más indispensable. Se contabilizan más de 30 conflictos armados en todo el mundo: Ucrania- Rusia, Israel-Gaza, Siria, Yemen, Etiopia, Birmania etc.

Pero, lo que ocurre en Gaza, produce un dolor casi insoportable, la masacre que se está llevando a cabo en aquel territorio por parte del ejército de Israel, donde los ataques no respetan los derechos más elementales del ser humano, es, posiblemente lo más parecido al intento de exterminio de un pueblo, desde los execrables campos nazis. Esta barbarie transcurre en los lugares donde la Biblia sitúa la historia que estos días se conmemora en todo el mundo de influencia cristiana.

La última noticia, relacionada con lo que hoy he intentado contar, la ha proporcionado el vicepresidente de nuestra región, quien anuncia la retirada de subvenciones a las ONGs  “que no condenen los actos de Hamás o coarten la libertad de expresión”

“Aunque puedas pensar que están muy lejos, llaman a tu corazón. Niños de todo el mundo, padecen y mueren de inanición. Biafra, Chad y Malí­, India, Camboya, Honduras y Vietnam. Sólo, sólo necesitan que una mano amiga les ayude a caminar….” Glutamato YeYé  (1984).

 Glutamato Ye-Ye "Todos Los Negritos Tienen Hambre y Frio"(La Bola de Cristal) 20-10-84


 

23 dic 2023

VER LOS CARTELES

 

Ir a ver los carteles es una expresión que ahora no significa nada pero que para los de mi generación eran el preámbulo de una ilusión. En esos años, los jóvenes, no teníamos muchas cosas dónde elegir a la hora de divertirnos, sin duda una de ellas era el cine. Ir al cine era todo un proceso que comenzaba yendo a “ver los carteles”.

El precioso y ya desaparecido “Salón Espuña era el lugar donde se proyectaban las películas. Al entrar te encontrabas con un gran vestíbulo (para mí, entonces, lo era) donde se podían ver grandes carteles, colgados de las paredes, con fotogramas de las diversas películas que se proyectarían próximamente, ahí comenzaba la magia. Podíamos pasar horas mirando para elegir lo que veríamos, nuestro interés siempre eran los miércoles, día del productor, que era más barato, y, a veces los fines de semana que solía ser programa doble.

El día elegido siempre quedábamos un rato antes de las cuatro de la tarde. Aun no estaba la costumbre de quedar a tomar café (tampoco había dónde), pero íbamos a la confitería de Juanico que estaba enfrente del Jardín de los Patos y comprábamos la merienda, en el quiosco de la Tía Joaquina nos aprovisionábamos de un cartucho de pipas o torraos (el cartucho era la manera de envolver, lo que comprabas, en papel de estraza. También se usaba este sistema en las tiendas que vendían a granel. Las bolsas de plástico no formaban parte de nuestras vidas)

El recinto de salón Espuña constaba de varias partes: la primera era el nombrado vestíbulo, desde el, atravesando unas grandes puertas, se llegaba al ambigú, zona que rodeaba a todo el salón, allí se encontraba la cantina en la que vendían bebidas. A ambos lados del salón, donde estaba el escenario-sala de proyección, había dos puertas de acceso al mismo, cubiertas con pesadas cortinas que impedían pasar la luz. Cruzar esas cortinas era pasar a otro mundo, la realidad se quedaba afuera.

Allí nos enamorábamos de actores inalcanzables y vivíamos las más aguerridas aventuras en las que siempre sabíamos, sin género de dudas, quienes eran los buenos, a los que aplaudíamos con entusiasmo, y quienes los malos, que eran abucheados con igual fervor.

La sesión era continua, podías estar toda la tarde viendo las mismas películas una y otra vez. Alargando todo lo posible el momento de volver a cruzar el telón de la puerta.

Como se ve el cine actualmente, a mí me va genial, tengo al alcance la posibilidad de ver desde casa cualquier película. Sin embargo nada puede sustituir ir al cine, y, por supuesto, nada podrá sustituir el ver una película desde los incómodos tablones del “gallinero” o desde las hundidas butacas, mientras soñabas y descubrías otro mundo más amable que el que había afuera.

 


4 dic 2023

EL HUMANO DERECHO A TENER MIEDO

                                                           


“No aceptes lo habitual como cosa natural. Porque en tiempos de desorden, de confusión organizada, de humanidad deshumanizada, nada debe parecer natural. Nada debe parecer imposible de cambiar” Bertolt Brecht.

El imperativo “valiente” tomado como una exigencia para afrontar la vida, muchas veces se convierte en una carga y otras en una excusa. Sentirse mal por no ser capaz de hacer algo o hacer algo que no quieres porque es lo que se espera de ti, provoca que muchas veces nos angustiemos ante las expectativas del otro. Considero que ser valiente no consiste en no tener miedo, si no en seguir adelante, a pesar de sentirlo.

Reconozco que siento un poco de temor cada vez que he de vacunarme del Covid, no así de la gripe que es un virus mucho más familiar (aunque cada año sea diferente). Quizás todo consiste en eso, en la costumbre, y, las personas, nos acostumbramos fácilmente a muchas cosas.

A  veces, el miedo se inocula en la sociedad de manera intencionada, para “vacunarnos” y hacernos sentir que lo que pasa no va con nosotros.

Así, somos capaces de sentir miedo y dolor por los niños palestinos e israelíes que mueren o son tomados como rehenes. Pero nos pilla lo suficientemente lejos como para que el temor y el dolor sean soportables, además nosotros no somos ni árabes ni judíos.

Ante la guerra ruso-ucraniana ya estamos inmunizados. Nos angustiaba ver las estaciones de tren llenas de familias que intentaban huir del conflicto, de padres que se despedían de sus hijos llorando pero ahora apenas la sabemos diferenciar de cualquier serie de Netflix que vimos hace tiempo, además nosotros no somos ni rusos ni ucranianos.

Que Argentina tenga un presidente incalificable y delirante, se nos muestra casi como si fuese una comedia y es que, además, nos pilla bien lejos, en el otro extremo del mundo, allí donde la navidad se celebra en verano.

Los medios de comunicación son los encargados de poner el foco donde y cuando conviene, desenfocando lo que no interesa, para que sigamos pensando que no va con nosotros.

Creo que es bueno sentir miedo, es la alerta que nos avisa de que seguimos siendo humanos. Sin embargo cuando el miedo es excesivo, se puede confundir con la valentía y esta, a su vez, con la violencia que nos puede arrastrar a caminos equivocados y peligrosos.

Las vacunas que me puse el jueves pasado me hicieron reacción, aproveché esos días de malestar para empezar a ver dos series que os recomiendo. Una está en Filmin, se llama “Furia” y trata sobre el creciente aumento de la extrema derecha en Europa y los colaterales conflictos raciales. La otra se puede ver en Disney (Asesinato en el Fin del Mundo) y va sobre la IA, Inteligencia Artificial o como la nombran en esta serie, Inteligencia Alternativa.

                                                                 "Furia" tráiler