Las modas respecto a cómo ha de
ser el cuerpo de una mujer han ido variando a lo largo de la historia. Hay
esculturas como la Venus de Willendorf (25.000 años a.C) que nos muestra una
figura femenina de caderas y senos grandes, vientre abultado. Algo parecido
sucede en obras pictóricas como Las Tres Gracias de Rubens (1.630) donde
también aparecen mujeres de formas exuberantes y redondeadas. La imagen de la
mujer iba relacionada directamente con la fertilidad. Que la reproducción de la
especie humana vaya ligada íntimamente al cuerpo femenino ha propiciado que,
también el hombre, se crea con derecho a opinar respecto a cómo ha de ser el más
adecuado, la mujer ha de ser “deseable” por el hombre.
Pero ¿Quién dicta la norma de
cómo ha de ser un cuerpo de mujer? “Todo lo que nos rodea nos recuerda lo
imperfectas que somos” Emma Thompson, actriz.
En esta sociedad confusa y sin
límites que vivimos ahora, el cuerpo de la mujer se ha convertido en un objeto
al que todos pueden juzgar. Las modas efímeras marcan cánones de belleza que llevan a las mujeres a
un continuo malestar y disconformidad con el propio cuerpo lo que se convierte
en una nueva forma de dominio y violencia sobre ellas.“ …no sé si todas las
mujeres sienten ese malestar, pero lo que sí está generalizada es la conciencia
de estar sometida a un juicio público constante” “se mantiene la amenaza
constante de no estar cumpliendo las
expectativas” Begonya Enguix, antropóloga de género en la Universidad Oberta de
Catalunya.
La maternidad ocupa ahora un
lugar diferente, entre los muchos logros de la mujer está el poder decidir
sobre si tener o no tener hijos. Ser mujer no implica, necesariamente, ser
madre aunque socialmente esto también se siga cuestionando.
Por otro lado, cada vez hay más
adeptos que defienden la gestación subrogada como una de las formas de que
puedan tener hijos, parejas que por uno u otro motivo no puedan tenerlos. El
cuerpo de mujeres sin recursos económicos se alquila para gestar seres humanos
que, eso sí, llevaran la carga genética de quienes alquilan ese vientre. Las
mujeres con mayor poder adquisitivo podrán tener hijos sin el sufrimiento de
sus cuerpos.
La última perversión sobre el uso
del cuerpo de las mujeres del que he tenido conocimiento, es la propuesta que
una bioeticista noruega, Anna Smajdor, de la Universidad de Oslo, ha escrito en
la revista “Theoretical Medicine and Bioethics”. Dice esta señora que no se
deberían desperdiciar los úteros de las mujeres con muerte cerebral, cuando
podrían utilizarlos quienes no pueden tener hijos o quienes deseen evitar los
riesgos y molestias de un embarazo propio “Ya sabemos que se pueden llevar a término
embarazos en mujeres con muerte cerebral”. Para aplacar a las feministas dice que
“…sugiero que los hombres con muerte del tronco encefálico también puedan
gestar, lo que aumentaría el número de donantes”
Esta científica está respaldada por la Universidad de Oslo, el mundo empresarial y los sectores liberales.