Comienza la segunda semana de Estado de Alarma en Madrid. Desde aquí no dejo de estar pendiente de las noticias de Murcia, concretamente de Alhama. En la distancia, acompaño a personas que me importan en la inauguración de la Exposición “Zangamanga 11” y el acto de conmemoración por el “Dia Mundial del Cáncer de mama”, este año los dos eventos han sido diferentes, como todo.
En el resto del país el
Coronavirus sigue haciendo estragos que desde la política se afrontan con agrios
enfrentamientos en el congreso, durante los cuales parece que cada uno de los
intervinientes va a escucharse a sí mismo y sus ocurrencias.
Si ampliamos el ámbito geográfico
vemos que en Europa se empiezan a adoptar, en algunos países, medidas
restrictivas como el toque de queda, ante la imposibilidad de frenar al virus y
a los ciudadanos. La Comunidad de Madrid se plantea pedir al gobierno que adopte
esta medida para todo el territorio nacional.
Estados Unidos merece una mención
aparte, una nación inmersa en plena campaña electoral con un presidente inmerso
en su propio delirio que advierte a sus votantes: “Si gana Biden escuchará a
los científicos”. Entre unas cosas y otras ya son cuarenta millones los
contagiados en el mundo, más de siete millones en Europa, un millón de ellos
son de España.
Nada tranquilizadoras las
noticias que a diario conocemos. Nada halagüeño el futuro más cercano. En
nuestra región comienzan a anunciarse la cancelación de actividades
relacionadas con la Navidad. Las fiestas familiares no serán como siempre y
tenemos que ir haciéndonos a la idea.
De momento estamos rodeados de
incertidumbre. La sociedad que vivía una eterna e infantil adolescencia tiene
que enfrentarse de golpe con lo que significa ser un sujeto adulto, sujeto a
las vicisitudes de la vida.
¿Quién, en estos momentos, no
echa de menos ser niño y que sean tus padres quienes decidan por ti, con la
tranquilidad de que elegirán lo adecuado?. Nos hemos hecho mayores de golpe,
los padres han desaparecido, el mundo conocido se ha vuelto inhóspito, nos
encontramos desorientados y sin una brújula que nos indique el Norte.
Se habla de un cambio de
paradigma social, queramos o no vamos abocados a ello. Ahora se trata de ir
armándonos de estrategias individuales y colectivas que nos permitan seguir
adelante después de sufrir el inevitable duelo.
Escribo por la mañana, llueve.
Mezclada con el sonido de la lluvia escucho la voz de una niña que va al
colegio “que llueva, que llueva, la virgen de la cueva….” El sonsonete dulce de
la voz infantil es como una ráfaga de esperanza.
Espero que mi próximo escrito lo
haga ya desde Alhama, el Estado de Alarma acaba este viernes. Para despedirme de
Madrid lo haré con las palabras de don Pedro Calderón de la Barca, otro gran
escritor madrileño que reflexionaba así sobre la vida: “¿Que es la vida? Un
frenesí. ¿Qué es la vida? Una ilusión, una sombra, una ficción; y el mayor bien
es pequeño; que toda la vida es sueño, y los sueños, sueños son”.