Los amantes de la ciencia ficción y los universos paralelos deben de estar viviendo estos días con interés. Desde el mes de febrero estamos inmersos en una realidad tan irreal que se presta a muchas reflexiones.
En nuestro pueblo, Domingo de
Resurrección suele ser uno de los días grandes en cuanto a festividad, raro es
el alhameño que no lo pasa en la calle. Es una jornada de encuentros, en el
aperitivo con la familia y los amigos, el Encuentro del desfile procesional y
luego la comida en cualquiera de los bares o restaurantes que hay en Alhama,
para los que ese día es uno de los mejores del año. Incluso los años en que,
por el mal tiempo, no ha salido la procesión, los grupos de gente han mantenido
el ritual de compartir mesa y mantel.
El pasado domingo de Resurrección
no pudo ser nada de eso, por causa del confinamiento, ni aperitivo, ni
Encuentro, ni comida con sobremesa.
Desde la radio de Alhama, idearon
el modo de que, de alguna manera, los alhameños reviviesen las emociones de ese
día, y pensaron en emitir, desde un equipo de megafonía instalado en el centro
del pueblo, el sonido cedido por la televisión local de una procesión de 2018.
Yo no me quise perder esta
ocasión única, que pasará a formar parte de nuestra historia. Se retransmitió
el evento por radio, televisión y por los diversos medios digitales. El simbólico
momento, para mí, fue sobrecogedor. Era inquietante ver cómo, a la hora
tradicional del Encuentro, una Alhama vacía de personas se llenaba con los
sonidos alegres y vivos que todos llevamos en nuestra memoria y pensé que
parecía el episodio de una serie de ciencia ficción que hablase de realidades
paralelas; en una realidad, Alhama estaba llena de gente, de flores, de música,
de vida y de colores, en otra era un pueblo solitario en el cual los sonidos
tan conocidos quedaban flotando en el aire.
Como consecuencia de un virus
descontrolado, también somos testigos de una realidad que bien podría formar
parte de alguno de esos universos paralelos que he nombrado antes, pero,
desgraciadamente, todo ocurre en la actualidad.
Cualquier persona que pierde a un
familiar, por el Coronavirus u otra enfermedad, no puede asistir al tanatorio
para despedirlo porque está prohibida la acumulación de gente en espacios
cerrados. En la otra cara de esta realidad, esa misma persona podrá coger el
metro o el autobús para ir a trabajar, siempre que lleve mascarilla y se ponga
guantes.
Extraño es también ese momento
del día, a las ocho de la tarde, cuando se congregan multitud de personas en
balcones y terrazas para homenajear a nuestros sanitarios, agradecer su trabajo y engrandecerlos bajo el
calificativo de héroes , en contraste con esa otra realidad en la que, muchas
de esas manos han votado a quienes recortaron los medios que hubiesen permitido
a nuestros médicos y enfermeros hacer ahora su trabajo sin necesidad de
heroicidades; esas voces que nunca fueron a acompañar a las Mareas Blancas cuando
estas pedían justicia y dignidad para ejercer su profesión.
Se canta “Resistiré”, “Sobreviviré”
o aquello de “volveremos a juntarnos” mientras hay gente que repudia a sus
vecinos porque trabajan en un supermercado, en un centro de salud o si se han
contagiado.
El otro día leía las
declaraciones de una persona que trabaja como sanitario y decía que agradecía
los aplausos, pero no quería oir lo de héroe, porque en estos momentos, en las
condiciones de desprotección en que estaban atendiendo a los enfermos, si
pudiese elegir, no iría a trabajar.
"las semanas raras" Carlos del Amor
Y es que los profesionales de la Sanidad
no son héroes, aunque ponerles ese nombre nos haga sentirnos más seguros. Son
hombres y mujeres, que también tienen miedo a esto que está pasando. Con
familias a las que ponen continuamente en riesgo, cuando vuelven agotados a
casa desde esa peligrosa primera línea, donde atienden tanto sufrimiento, que
no pueden aliviar como deberían porque, durante años, políticas neoliberales deshumanizadas,
han ido privando a lo Público de lo más necesario.
Esta distopía es la realidad que
nos está tocando vivir y, aunque lo parezca, no tiene nada de ficción.
(Publicado en la 5ª edición de Infolínea digital)
http://www.infolinea.es/wp-content/uploads/2020/04/1152-web.pdf