El otro día fui al cine. Al salir, me sentí aturdida por la
luz del centro comercial, por la cantidad de gente que llenaba las tiendas y
terrazas, dispuestas a consumir de cualquier manera. El impacto entre lo que
acababa de ver y la realidad del colorín me dura después de una semana.
“Adú” se llama la película en
cuestión.
Cuando veo cosas así, en la realidad o la ficción, me da por pensar qué pasaría
si, como viajes de fin de curso universitarios, se visitasen esos lugares que
ninguna agencia de viajes lleva en sus paquetes turísticos.
Al llegar el fin de carrera, en realidad meses antes, en todas las
facultades se empiezan a planear viajes asombrosos (y carísimos) que van desde
cruceros por la Islas Griegas, visitas a la Rivera Maya, Marruecos o Tailandia
(la zona para turistas) con el objetivo de celebrar el final de la etapa estudiantil. Los futuros hombres y mujeres que ocuparán cargos de
responsabilidad en la sociedad comienzan su andadura visitando un mundo irreal
que no se corresponde con la auténtica verdad.
Claro que, visitar zonas de África, para ver como allí se
sigue muriendo la gente de SIDA y como los países ricos siguen esquilmando su
riqueza o pasar unos días en un campo de refugiados, no sería la compensación
que se merecen los estudiantes por cumplir con su deber, estudiar.
Todo eso de África, los campos de refugiados y demás, seguro
que lo han estudiado en cualquier carrera, incluso habrán sacado sobresalientes
en asignaturas que describen la desigualdad, pero cada día después de clase,
vuelven a casa, con los amigos, se toman unas cervezas y los pobrecitos que
sufren se quedan entre las páginas de los libros de texto.
Un viaje de estas características les pondría cara a cara con
la verdad que no conocen y les serviría de colofón a la vida universitaria
recuperando algo cada día más desaparecido, la Solidaridad.
Trailer de "Adú"
Pero no, los recién licenciados, con su título en la mano, hacen
un viaje de ensueño que despertará, si el actual sistema universitario no lo ha
hecho ya, las ganas por seguir colaborando en la consolidación de un
mundo injusto, en el que unos son los elegidos y los demás: los refugiados,
los hambrientos, los enfermos…son los otros, los que han tenido la mala suerte
de nacer en el lugar equivocado.