22 mar 2019

A TONTAS Y A LOCAS



                                                              

Cuando desde el Lyceum Club Femenino (1926) se invitó a Don Jacinto Benavente para que fuese allí a dar una conferencia, el contestó “A mi no me gusta hablar a tontas y a locas”. Esta contestación, de evidente doble intención, define muy bien la incomodidad que desde su inicio desató el movimiento intelectual llamado feminismo, incluso entre intelectuales como Don Jacinto cuya obra refleja, claramente, interés por el mundo femenino.

Casi han pasado cien años desde entonces y el mundo de las mujeres sigue creando controversias, sobre todo cuando se visibiliza, cuando trasciende del ámbito privado al público. Las celebraciones del 8 de marzo incomodan a muchos y ni que decir tiene si hablamos de huelga. ¿Que habrían dicho Las Sin Sombrero ante la movilización social del pasado viernes?, emociona sólo pensarlo, ellas que sufrieron la depuración intelectual ejercida contra los republicanos dejándonos huérfanos de ideales.

El movimiento feminista, en nuestro país, tuvo su origen en la burguesía intelectual, fue propiciado y promocionado por mujeres preparadas, formadas e interesadas por las diferentes disciplinas artísticas y culturales, pero fue sobre todo un movimiento político, a través del cual se hicieron escuchar por toda la sociedad.

Político, ese adjetivo actualmente demonizado desde casi todos los sectores e incluso desde los partidos políticos, parece que para que algo sea “bueno” ha de ser apolítico o estar despolitizado, si nos referimos a la mujer esto se convierte en un valor añadido.

Otro síntoma de la actualidad es lo rápido que va todo, las personas somos capaces de las mayores proezas, pero nos cuesta mantenerlas en el tiempo, todo pierde intensidad rápidamente, incluso nuestro interés; el panorama político tiene ejemplos de sobra para ilustrar esto que digo. Ojalá que el actual renacer de la conciencia igualitaria no sea flor de un día y se instaure, no sólo en las calles o en el color de las banderas y camisetas cuando llega el 8 de marzo, sino en los hogares, en las aulas, en los centros de trabajo y, por supuesto, en la política.

Que en el siglo XXI se siga cuestionando la igualdad de derechos es algo que la sociedad en general deberíamos de hacernos mirar. Que siga siendo necesario institucionalizar un día como el día de la mujer, también.

Termino con un recuerdo a las sufragistas, intelectuales que lograron hacer llegar el pensamiento feminista a las mujeres obreras y que, junto a ellas, lograron cambiar las leyes de pensamiento único masculino que impedían votar a las mujeres; otro para Clara Campoamor, la diputada republicana que consiguió, en las Cortes Españolas, el Sufragio Universal en 1931, hasta entonces las mujeres podían ser elegidas, pero no elegir.

En las próximas elecciones honremos su memoria ejerciendo nuestro derecho.


18 mar 2019

QUE SABE NADIE...



“La primera noche, ellos se acercan
y toman una flor
de nuestro jardín.
No decimos nada.
La segunda noche, ya no se esconden,
pisan las flores,
matan a nuestro perro
y no decimos nada.
Hasta que un día,
el más frágil de ellos,
entra solo a nuestra casa,
nos roba la luz,
y conociendo nuestro miedo,
nos arranca la voz de la garganta.
Y ya no podemos decir nada”.
(Eduardo Alves da Costa.)

No hay día en el que, al leer la prensa, no aparezca una nueva encuesta. Se supone que las encuestas son algo serio y riguroso, basado en cálculos y probabilidades. No son predicciones aventuradas por mentes preclaras de tertulianos o comentaristas políticos.
Es más, casi se saben los resultados de las elecciones antes de introducir las papeletas en las urnas. Entre eso y que estamos a un paso del voto electrónico, se le está yendo toda la magia a eso de votar. En un futuro ya no harán falta urnas,ni cabinas, ni papeletas de voto, ni interventores o apoderados, ni deseo de votar. Igual, con el tiempo, no hacen falta ni personas que voten.
Cada vez menos rituales y menos símbolos, sólo una tecla que apretar sentados en el sofá.
A mí que no me digan que todo esto tiene algún sentido.
 
Siguiendo con las encuestas, yo me pregunto: ¿Qué fiabilidad tiene una encuesta en la que el encuestado tiene que expresar sus ideas?, ¿Quién garantiza que las personas que participan dicen lo que piensan?, ¿El voto es secreto y tenemos que creer que quienes son encuestados dicen públicamente su ideología?
Así que luego las sorpresas son enormes, mirad Andalucía…

Cuando se dice: “anda, si se lo que estás pensando”? o aún peor, cuando crees que de verdad sabes lo que piensa el otro ¡error mayúsculo! lo que una persona piensa lo sabe solamente ella, y la libertad de decirlo o no sólo la tiene uno mismo.


cuando nos creemos adivinos 
 

A veces depende de quien haga la pregunta para que la respuesta sea una u otra, es más, hay a quienes el sólo el hecho de ser interrogados les provoca las ganas de mentir. Por eso el asunto de las encuestas me parece un teatrillo, dependiendo de quien las haga se pretenderá uno u otro resultado.
Aunque lo que más temo es que sean un paso más en el silencioso proceso para  el desmantelamiento de las pocas ganas que le quedan a los ciudadanos de seguir participando.
El Neoliberalismo lo tiene todo atado y bien atado quitándonos las ganas de votar, de participar, o lo que es lo mismo, de vivir.

Pero… ¿Qué sabe nadie?
"es amarga la verdad" Paco Ibáñez