25 nov 2015

INCLEMENCIAS. En primera persona.


 
Conforme van pasando los años me afectan más las inclemencias, las meteorológicas y las otras.
Cuando cambia el tiempo, mi cuerpo lo siente. El excesivo calor me produce cansancio, el frío me causa dolor, creo que he llegado a la edad de los términos medios, así que la primavera y el otoño se han convertido en mis estaciones favoritas.
Sin embargo hay otro tipo de inclemencias a las que no he logrado encontrar el término medio en el que situarme.
Me resulta muy difícil mantenerme imparcial ante situaciones que considero injustas, suelo ponerme del lado de quien, aparentemente, padece la injusticia. Aunque mi razón me diga que “para diferenciar un pleito hay que escuchar a las dos partes”.
Me contengo a la hora de ejercer mi vida política, pensando lo que digo en vez de decir lo que pienso, esto se me hace más duro aun  cuando el espectro político se amplía al ámbito nacional.
-Últimamente tengo que esforzarme muchísimo más para no soltar todo lo que mantengo sujeto-.

Hoy hace frio y viento, desde la calidez de mi hogar no puedo evitar pensar en el frio de Europa y en los miles de sirios que la recorren, huyendo del Terror y sin destino alguno, o en los que están encerrados en campos de refugiados sin los más mínimos derechos como personas.
Y pienso en los hombres, las mujeres y los niños de las ciudades bombardeadas por Francia, Rusia y los que se les irán sumando. En los fabricantes de armas y sus clientes/naciones. En el petróleo, en quienes lo poseen y en quienes lo desean.
Y me cuesta, me cuesta mucho, ser clemente al ver lo poco que vale una vida humana cuando no nace en el lugar “adecuado”.

Me doy cuenta de que, cuando se trata de personas, no consigo mantenerme al margen. Ni puedo, ni quiero.
Anhelo la posibilidad de que, algún día, quienes ahora están creando y sembrando el  Terror para enriquecerse con nuestro miedo y a costa de nuestros muertos, ocupen el lugar que verdaderamente se merecen.

Creo que estamos asistiendo a una global deshumanización del poder, ante lo cual no es sano echarse a un lado, si no afrontarla y “mojarse” a pesar del frío, tomar partido aunque sea sin carné, posicionarse sin miedo a que, de esa forma, se definan las ideas que nos mueven.
Por eso no comprendo y , por supuesto, no comparto, la indefinición descafeinada de la mayoría de partidos concurrentes a las próximas elecciones. El, aparente, vacío ideológico está lleno de intenciones e intereses que sólo serán evidentes cuando no haya remedio.
 

18 sept 2015

EL GUIRIGAY DE LA IZQUIERDA.


La cuestión de la izquierda actual es algo que me preocupa, y bastante.
No comprendo el interés por las siglas, los nombres, los prohombres, los cabezas de lista, los imprescindibles etc…

Vamos a ver, si en la Izquierda se trabaja (al menos así creo que debería ser) por lo común, por el bien general y nunca por lo particular, a cuento de qué tanta división, tanto grupo y partido, diferenciados la mayoría de ellos por cuestiones más de forma que de fondo.



Es paradójico que la Derecha, defensora de lo particular y privado, siga unida a pesar de sus diferencias (el dinero es muy buen pegamento), en los momentos más complicados y difíciles de justificar.

Por otro lado vemos como la Izquierda, defensora de lo público y lo colectivo, es incapaz de salvar las mínimas distancias (que la están disgregando), para ir  a por todas.

En una situación como la que vivimos actualmente en la que se necesita, como el agua, sumar fuerzas, no aprendemos, no escuchamos las voces de expertos, por Saber y por Experiencia, que dicen que el único camino es la unión.

No tenemos memoria.
 
España ha pasado por trances parecidos (salvando las distancias) muchas veces. ¿De qué nos sirven esta caterva de universitarios, politólogos, filósofos, médicos, economistas, abogados etc…que encabezan los diferentes partidos? Además de leer El Capital o El Manifiesto Comunista,  además de ver El señor de los Anillos o Juego de Tronos ¿han estudiado Historia de España?
 
Parece como si todos los grupos de izquierda respondiesen a una salomónica decisión que anduviese dividiendo este espacio electoral tantas veces como fuese necesario para complacer a todo aquel que se autoproclame padre de la criatura.
 
Y yo me pregunto: ¿no existe en esta historia la madre generosa, que aun sabiéndose la progenitora, renuncie a la patria potestad, para en un doloroso ejercicio de renuncia evitar el desmembramiento y salvar la vida de su hijo?

Mientras este guirigay aturde y confunde a los votantes, yo leo cada día  la prensa, esperanzada en que aparezca la respuesta.

 
 

13 ago 2015

SERPIENTES DE VERANO


En los años cincuenta nacía un semanario de sucesos, apoyado por el aparato propagandista del régimen, que se llamó “El Caso”.
Su cometido, además de informar, era sobre todo amedrentar a los ciudadanos españoles que ya vivían lo suficientemente asustados en aquellos tiempos.
Sus páginas estaban llenas de toda clase de sucesos escabrosos, el morbo era su fuente de inspiración.
Crímenes a cual más espeluznante: hombres que degollaban a sus esposas, mujeres que envenenaban a sus maridos, madres y padres asesinos, parricidios, algún que otro clérigo que se excedía en sus “atenciones” con los niños, secuestros, robos etc. Noticias ilustradas con sus respectivas fotos del lugar de los hechos y sus protagonistas.
Recuerdo un verano en el que este semanario mas todos los demás medios, escasos y serviles, de comunicación, consiguieron mantenernos entretenidos y temerosos gracias al gran despliegue que hicieron con las andanzas de un conocido delincuente, “El Lute”, este personaje se convirtió en la encarnación del diablo. Las puertas de las casas permanecían cerradas a cal y canto y, entre susurros, no se hablaba de otra cosa. La pareja de la Guardia Civil paseaba las calles continuamente y las estaciones del tren permanecían vigiladas de día y de noche.
Mientras, se extendía por España un negro manto de represión y violencia legal, las cárceles estaban llenas de presos políticos, muchos de ellos “suicidados contra su voluntad”. Eran también tiempo de bonanza para las grandes fortunas, aparecian grupos empresariales que comenzaban a hacer su “Agosto”.
 No puedo evitar ver cierto paralelismo con lo que estamos viviendo.
No hay día que no nos despertemos con una noticia de esas que tocan los sentimientos y emociones más atávicas del ser humano: asesinatos de mujeres, madres que abandonan bebes en la basura, padres o madres que matan a sus hijos, asaltos a viviendas por grupos de mafias extranjeras etc.
Todo esto con el agravante de que son infinitos los medios de divulgar estas “serpientes de verano' que este año son especialmente venenosas.
Nadie habla ya de Grecia, de la ley mordaza, de Palestina, de Libia, de los saharauis, de Guantánamo, del Ebola, de los desahucios, de los niños con desnutrición, de los dependientes, de los recortes en las políticas de igualdad…..
En verano no pasa nada.
Quienes nos gobiernan disfrutan de unas placenteras vacaciones, pagadas por quienes no tenemos ni un duro, que sonreímos resignados al verles lucir sus alimentadas figuras mientras fuman cigarros socialistas.
Paralelamente, en las cloacas del estado, se prepara otro saqueo al fondo de pensiones que dejará a generaciones de trabajadores y trabajadoras en la precariedad más infame cuando les llegue la jubilación.
En los años 50/60 estábamos sometidos por un tirano, por un gobierno dictador y absolutista, los que disentían, la izquierda, estaban en el exilio, en la cárcel o en “libertad vigilada”.
Pero, qué está pasando ahora? En el año 2015. El gobierno que padecemos ha sido elegido democráticamente y según las últimas encuestas si se celebraran elecciones seguiría siendo el partido ganador.
Dónde está la alternativa a este desastre? Dónde está la izquierda? No está en prisión ni en el exilio. Donde se ha metido? Existe?
Dónde están los que decían que podían, cuando están comprobando que cada vez pueden menos?
Dónde están quienes dicen que apuestan por la libertad y el cambio pero temen abandonar la seguridad de lo conocido?
Dónde están los que, tienen al mando un líder que se “arropa” con una enorme bandera bicolor?
Desearía que estuviesen replegados, organizándose unidos, y que, cuando llegue el momento, planten cara a la indecencia, trabajando juntos para recuperar la dignidad de la que se nos está despojando.
Mientras, las serpientes retozan cara al sol, con la certeza de que el futuro (y el dinero) seguirá en sus manos.

13 jul 2015

ORGULLO Y PREJUICIO


Aprovechando que estoy de vacaciones quiero irme unos días a Madrid, el día antes de salir de viaje me entero de que son las fiestas del Orgullo y pienso, vaya por Dios! Y me imagino la ciudad llena de plumas y lentejuelas, de “Sobreviviré” y de “A quien le importa”, pero tengo pocos días de vacaciones y seguí adelante con mi viaje y mis prejuicios. 
Estando ya en mi destino, el viernes por la tarde, paseando por el centro, comenzó a cambiar mi forma de mirar. 
Madrid estaba en la calle ,todas las plazas acogían actuaciones musicales. La  bandera del Arco Iris ondeaba en edificios emblemáticos como la Puerta del Sol o el Ayuntamiento, pero también en la mayoría de comercios, desde los más conocidos de comida rápida hasta las librerías más selectas. 
Familias enteras participaban de las actividades programadas, gentes de todos los países, razas, sexo y edad, se mezclaban en armonía como si de un gran barrio se tratase, en el que todos eran vecinos bien avenidos. 
El sábado, día del desfile, nos amaneció con una noticia preocupante, desde la Delegación de Gobierno se había dado el visto bueno a una manifestación contra el matrimonio homosexual. 
Pero el día transcurrió con normalidad. Fuimos a comer a un restaurante del  barrio de Chueca, tenía curiosidad por conocer este barrio madrileño y me sentí igual de cómoda que en cualquier otro restaurante, rodeados de familias con niños y abuelos, pero eso si, con composiciones de lo más variopintas: dos padres con hijos, dos madres con hijos, dos padres con hijos y abuelos etc… todos hablaban abiertamente de todo, también de política. 
A veces se veía pasar contoneándose airosamente sobre imposibles tacones de aguja a un grupo de chicos camino del desfile o a chicos y chicas con túnicas griegas que ostentaban la leyenda OXI. 
Nos dirigimos hacia el desfile, empujados por la curiosidad y contagiados por la alegría y tolerancia que se respiraba. 
Mi sorpresa fue grande cuando llegamos al paseo de Recoletos, uno de los tramos que recorría el desfile, la gente invadía los jardines y la avenida, el césped lleno de grupos que charlaban y reían bajo el calor asfixiante- 
Y comenzó el desfile. Abría la marcha una enorme pancarta llevada por lideres políticos: “POR UNA IGUALDAD REAL PARA TODOS” era el lema de este año. 
Pudimos ver a Alberto Garzón, Pablo Iglesias, Iñigo Errejón, Pedro Sánchez, carrozas de sus correspondientes partidos y de Ciudadanos. 
Durante tres horas se manifestaron partidos y asociaciones, pidiendo libertades y derechos, tres horas de compromiso social y sobre todo de personas inundando las calles, habitualmente cerradas al tráfico, sentadas en círculos en plena Gran a o al lado de la Diosa Cibeles, que lucía hermosa como nunca, vestida por las luces de todos los colores del Arco iris. 
No se si será así todos los años, se comentaba que Manuela Carmena, la recién llegada alcaldesa, ha sido la artífice que ha hecho acercar esta fiesta al pueblo, la presencia de Manuela se sentía en el ambiente, también estuvo presente en Colón para recibir a los manifestantes con respeto y tolerancia. 
No vi ningún altercado, casi no había presencia policial entre la gente, si la había en los alrededores. La única violencia que percibí fueron los abundantes disparos hechos por pistolas de agua con las que se pretendía refrescar la calurosa tarde. 
Y claro que llegaron las plumas, las lentejuelas, los taconazos y las enormes pestañas; lo lúdico y lo divertido se apoderó de Madrid hasta altas horas de la madrugada.

11 may 2015

CREYENTES, DESACREDITADOS, CRÉDULOS Y DESCREÍDOS.


“Pensar es un dialogo profundo con nosotros mismos, una reflexión crítica sobre nuestras propias acciones, en nuestra más intima soledad. Permite ponerse en el lugar del otro para tratar de entender su punto de vista.  Pensar dificulta el olvido y favorece que escuchemos la voz de la conciencia”. Ana Arendt.

En plena campaña electoral creo indispensable pararse a Pensar.

Hay que hacerlo para reconocer a los que olvidan Pensar y se limitar a Conocer, entendiendo como prioritario acumular ideas y saberes, resolver problemas técnicos, etiquetar.

Entre estos encontramos a los dogmáticos, creyentes de cualquier ideología, que ante su miedo se aferran a  creencias y pensamientos rígidos que le dan la seguridad de que carecen.
A los desacreditados nihilistas que no creyendo en nada, creen en todo, en todo aquello que les conviene en un determinado momento, y muchos de los cuales han sido los actores principales del expolio y la corrupción.
A los crédulos  y acriticos ciudadanos que, amparados en la teoría  de que la “costumbre”  es buena, pueden justificar y perpetuar gobiernos y gobernantes deshumanizados.

Lo que escasea es encontrar individuos que piensen.

Nuestra sociedad adolece de descreídos y escépticos, insumisos que obren en conciencia, sin miedo a perder el reconocimiento social o posiciones privilegiadas.  Que no utilicen su lugar para lucrarse económicamente. Que sean responsables consigo mismos y utilicen su parte más humana. Que sean generosos con las generaciones venideras y actúen en conciencia y en consecuencia para conseguir una sociedad cada vez más justa.

En vez de eso abundan los que, plenos de conocimientos, nos hablan de tantos por ciento, los que juzgan y no creen, los que aprenden discursos que  no saben, los que miden y no valoran, los que catalogan y no diferencian, los que oyen y no escuchan, los que miran y no ven. 

Como decía El Principito “Lo esencial es invisible a los ojos” por ello es preciso  pararse a Pensar para poder ver lo invisible.

20 feb 2015

DE EDUCACIÓN, COLEGIOS Y MAESTROS.



Está claro que el mundo ha cambiado desde que yo era una niña hasta ahora, de lo que no estoy tan segura es de que haya evolucionado.
En esta inseguridad me preocupan especialmente los niños, y el lugar que ocupan en una sociedad diseñada por y para adultos que se comportan como niños irresponsables y caprichosos.
Adultos a los que se les puede escuchar decir cosas como que  para que una escuela sea buena y reúna condiciones para la adquisición de conocimientos es imprescindible que tenga aire acondicionado y calefacción o padres que pretenden tener a los niños ocupados el mayor tiempo posible para que no interfieran en sus diversos quehaceres.

Cuando miro atrás, sin ira, y muchas veces con nostalgia, recuerdo las escuelas de mi infancia.
Con tres años mi escuela era la de las monjas en la Iglesia de la Concepción, allí aprendí a leer. A esta escuela iba sola  desde la calle Las Palas, donde vivía; toda la chiquillería iba sola y andando, y no pasaba nada.

Con seis o siete años tuve la inmensa suerte de ser alumna de la escuela de Ginés el “Requemao” (Ginés Díaz). En aquel aula, a la que se accedía directamente desde la empinada y angosta calle, pasé algunos de los momentos que marcaron mis infantiles vivencias escolares.
La clase era una interesantísima mezcla de sexos y edades, que abarcaban desde los primeros años hasta quienes estudiaban cursos superiores, todos juntos, cada uno con su particular historia de vida, y tampoco pasaba nada.
Estábamos los que estudiábamos el 1º Grado de La Enciclopedia, los que ya iban por el 3º, los que hacían cálculos y más cálculos, los que estaban dotados de una especial habilidad para el dibujo, los que tenían que trabajar y aprovechaban las horas libres para estudiar etc. Un universo pequeño y enorme dentro de una clase sin clases, al frente de la cual había un gran maestro.

Algunos años después mi colegio pasó a ser el de las Escuelas nuevas, también llamado Fco Franco. De aquí recuerdo el olor del gran pino de la entrada, que se volvía intenso con los primeros calores de la primavera pero suave y delicado en los días de lluvia. Estos días eran especialmente divertidos ya que llegábamos chapoteando de charco en charco con nuestras katiuskas, cubriéndonos con un paraguas, que algunos, los más atrevidos, hacían girar abiertos dentro del colegio, desafiando osadamente el mal agüero que, supuestamente, eso traía consigo. Esos paraguas se convertían, milagrosamente, en sombrillas cuando llegaba el verano.
Entrábamos a clase a las nueve y salíamos a las doce, luego volvíamos a las tres para salir a las cinco, excepto jueves y sábados que sólo íbamos por la mañana.
El sábado nos dedicábamos a la limpieza de los viejos pupitres de madera. Al limpiar el mío siempre descubría alguna nueva marca de las muchas acumuladas tras varias generaciones de escolares; llevábamos de casa un paño y un frasco de un conocido aceite para muebles, cuyo olor impregnaba la clase, mezclándose con el del aserrín que se usaba en la limpieza del suelo, y...tampoco nos pasaba nada.

Con diez años fui al instituto y recuerdo, cómo si fuese hoy mismo, las clases de literatura, leyendo poesía en el patio, con José Calero. También recuerdo que las primeras colchonetas para la clase de Educación Física se compraron con la venta de las aceitunas que, entre todos, recolectamos de los olivos que había en ese mismo patio.

Y no pasaba nada, no era nada traumático colaborar y responsabilizarse de tareas por un bien común, ni ir andando a clase  en compañía de los niños de la vecindad, ni mojarse pisando los charcos o caminar bien abrigados con guantes y bufandas.


Por eso, mirando atrás pienso, de nuevo, en lo que hemos cambiado, pero vuelvo a preguntarme: ¿Hemos evolucionado? Me inquieta la respuesta.

8 feb 2015

AUSENCIAS

 
¿Podemos cambiar y no queremos o queremos y no podemos?

Últimamente me hago esta pregunta con mucha frecuencia, cuando veo como transcurre la vida social y política a mi alrededor.

A veces creo que, en teoría, queremos cambiar pero en la práctica no podemos, andamos como perdidos, confundidos. No podemos por diversas causas, no todas debidas a la presencia de prohibiciones o leyes más o menos justas, si no a ausencias.
Ausencias de pertenencia, de formar parte de algo, de referentes, de espejos en los que mirarnos.
Una de esas ausencias es la del sentimiento de clase, la pérdida del orgullo de pertenecer a una clase social que no sea esa gran clase media/consumidora/consumida que está dando sus últimos estertores.

Augusto Pinochet dijo en uno de sus abominables discursos: “Tratamos de hacer un país de propietarios y no de proletarios” Esta frase, este lema resume la trampa del Capitalismo en el que nos hayamos metidos hasta las cejas, con su gran ausencia, el proletariado, la clase obrera.

Ausencia que es a la vez un engaño, porque los obreros y obreras existen, lo que ha desaparecido es el sentimiento de pertenencia a esa clase social, la conciencia de clase. Todos queremos ser propietarios, a costa de lo que sea, la mayoría de las veces a costa de nuestra propia identidad.

Las teorías del neoliberalismo ayudadas de los movimientos posmodernistas consiguieron que nadie quisiera ser obrero, que ningún padre quisiera ese futuro para sus hijos,  la palabra que se defendía con orgullo y honor en generaciones anteriores pasó a ser denostada.

Fue cuando nuestro país se pobló de J.A.P.S (Jóvenes aunque sobradamente preparados), cuando la generación de los YUPPIES (young urban professional). El aumento de nivel de vida nos proveyó de multitud de entendidos en gastronomía, vinos, automóviles etc. El aumento de la clase media económica y política hizo florecer a los llamados V.I.P.S (Very important person). Todos queríamos ser ricos, poseer cosas, ser importantes aunque no tuviésemos importancia.

Se empezó a sobrevalorar al ejecutivo, más aún si lo era de un banco o inmobiliaria, hasta se valoró al indolente por encima del trabajador.
Si  hablamos de la mujer se sigue mirando con buenos ojos  al ama de casa, se ensalza a la ejecutiva, a la profesional, incluso  la que no hace nada está mejor considerada que la obrera de una fábrica.
Sin embargo  los obreros y obreras, los trabajadores cualificados, los campesinos, son el tejido social que sostiene nuestra economía.
Ahora que los bancos, las inmobiliarias y demás fraudes han dejado al descubierto su debilidad, ahora que está desapareciendo esa clase media auspiciada por la socialdemocracia,  la clase trabajadora vuelve a hacerse visible y necesaria, ella es la que permite que podamos comer, vestirnos, disfrutar de nuestro tiempo libre...
Esa clase que es y siempre ha sido la mas importante de todo el entramado social.

Creo necesario que se recupere el orgullo ausente de la clase obrera, reivindicar la importancia que tiene ser de esos trabajadores y trabajadoras que tejen con sus manos y su buen hacer el tapiz invisible que sostiene el mundo real.

 

PREGUNTAS DE UN OBRERO QUE LEE. Bertolt Brecht

“¿Quién construyó Tebas, la de las Siete Puertas?
En los libros figuran sólo los nombres de reyes.
¿Acaso arrastraron ellos bloques de piedra?
Y Babilonia, mil veces destruida, ¿quién
la volvió a levantar otras tantas?
Quienes edificaron la dorada Lima, ¿en qué casas vivían?
¿Adónde fueron la noche en que se terminó la Gran Muralla, sus albañiles?
Llena está de arcos triunfales Roma la grande. Sus césares ¿sobre quienes triunfaron?
Bizancio tantas veces cantada, para sus habitantes ¿sólo tenía palacios?
Hasta la legendaria Atlántida, la noche en que el mar se la tragó,
los que se ahogaban pedían, bramando, ayuda a sus esclavos.
El joven Alejandro conquistó la India. ¿El sólo?
César venció a los galos. ¿No llevaba siquiera a un cocinero?
Felipe II lloró al saber su flota hundida. ¿Nadie lloró más que él?
Federico de Prusia ganó la guerra de los Treinta Años. ¿Quién ganó también?
Un triunfo en cada página. ¿Quién preparaba los festines?
Un gran hombre cada diez años. ¿Quién pagaba los gastos?
A tantas historias, tantas preguntas”