Aprovechando
que estoy de vacaciones quiero irme unos días a Madrid, el día antes de
salir de viaje me entero de que son las fiestas del Orgullo y pienso,
vaya por Dios! Y me imagino la ciudad llena de plumas y lentejuelas, de
“Sobreviviré” y de “A quien le importa”, pero tengo pocos días de
vacaciones y seguí adelante con mi viaje y mis prejuicios.
Estando ya en mi destino, el viernes por la tarde, paseando por el centro, comenzó a cambiar mi forma de mirar.
Madrid
estaba en la calle ,todas las plazas acogían actuaciones musicales. La
bandera del Arco Iris ondeaba en edificios emblemáticos como la Puerta
del Sol o el Ayuntamiento, pero también en la mayoría de comercios,
desde los más conocidos de comida rápida hasta las librerías más selectas.
Familias
enteras participaban de las actividades programadas, gentes de todos
los países, razas, sexo y edad, se mezclaban en armonía como si de un
gran barrio se tratase, en el que todos eran vecinos bien avenidos.
El
sábado, día del desfile, nos amaneció con una noticia preocupante,
desde la Delegación de Gobierno se había dado el visto bueno a una
manifestación contra el matrimonio homosexual.
Pero
el día transcurrió con normalidad. Fuimos a comer a un restaurante del
barrio de Chueca, tenía curiosidad por conocer este barrio madrileño y
me sentí igual de cómoda que en cualquier otro restaurante, rodeados de familias con niños y abuelos, pero eso si, con composiciones de lo más variopintas: dos padres con hijos, dos madres con hijos, dos padres con hijos y abuelos etc… todos hablaban abiertamente de todo, también de política.
A veces se veía pasar contoneándose airosamente sobre imposibles
tacones de aguja a un grupo de chicos camino del desfile o a chicos y
chicas con túnicas griegas que ostentaban la leyenda OXI.
Nos dirigimos hacia el desfile, empujados por la curiosidad y contagiados por la alegría y tolerancia que se respiraba.
Mi
sorpresa fue grande cuando llegamos al paseo de Recoletos, uno de los
tramos que recorría el desfile, la gente invadía los jardines y la
avenida, el césped lleno de grupos que charlaban y reían bajo el calor
asfixiante-
Y comenzó el desfile. Abría la marcha una enorme pancarta llevada por lideres políticos: “POR UNA IGUALDAD REAL PARA TODOS” era el lema de este año.
Pudimos ver a Alberto Garzón, Pablo Iglesias, Iñigo Errejón, Pedro Sánchez, carrozas de sus correspondientes partidos y de Ciudadanos.
Durante
tres horas se manifestaron partidos y asociaciones, pidiendo libertades
y derechos, tres horas de compromiso social y sobre todo de personas
inundando las calles, habitualmente cerradas al tráfico, sentadas en
círculos en plena Gran Vìa o al lado de la Diosa Cibeles, que lucía hermosa como nunca, vestida por las luces de todos los colores del Arco iris.
No se
si será así todos los años, se comentaba que Manuela Carmena, la recién
llegada alcaldesa, ha sido la artífice que ha hecho acercar esta fiesta
al pueblo, la presencia de Manuela se sentía en el ambiente, también
estuvo presente en Colón para recibir a los manifestantes con respeto y
tolerancia.
No
vi ningún altercado, casi no había presencia policial entre la gente,
si la había en los alrededores. La única violencia que percibí fueron
los abundantes disparos hechos por pistolas de agua con las que se
pretendía refrescar la calurosa tarde.
Y
claro que llegaron las plumas, las lentejuelas, los taconazos y las
enormes pestañas; lo lúdico y lo divertido se apoderó de Madrid hasta
altas horas de la madrugada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario