EL BIPARTIDISMO Y LOS CAFÉS CON
LECHE.
(Desde mi ateneo, Isabel Campos
López)
“a los mayores les gustan las
cifras. Cuando se les habla de un nuevo amigo jamás preguntan lo esencial del
mismo. Nunca preguntan: ¿Qué tono tiene su voz? ¿Qué juegos prefiere? ¿Le gusta
coleccionar mariposas? Pero en cambio preguntan ¿Qué edad tiene? ¿Cuánto pesa?
¿Cuánto gana su padre? Solamente con esos detalles creen conocerte.” El Principito.
Aunque parezca que no, ya ha dado
comienzo la campaña electoral. Como es normal, y lícito, las diferentes
formaciones políticas empiezan a tomar posiciones; unas intentan desmarcarse de
un cuadro que puede no serles beneficioso, otras aseguran posiciones, algunas
buscan desesperadamente su lugar y hay quienes esperan tener el lugar que se
merecen.
La política en el ámbito
municipal es la más auténtica, o debería serlo, por lo que tiene de cercana a
los ciudadanos. Es también la más ingrata, emocionalmente hablando, ya que al
fin y al cabo todos somos vecinos del mismo pueblo, por lo que se hace duro ver
algunas actuaciones, aparentemente políticas, que se asemejan mucho a un ajuste
de cuentas.
En un pueblo pequeño donde,
muchas veces, se entrecruzan las relaciones de vecindad con las de amistad creo
que el juego político tiene que jugarse con unas reglas distintas.
El mes pasado, determinado grupo
político presentó al pleno del ayuntamiento de Alhama una moción sobre un tema
humanitario, alguien de los que formaban parte de dicho pleno dijo que la
moción había comenzado siendo un “café, sólo, cargado” y que se había
quedado en un “café con leche”.
En un principio que se hiciese
este comentario sorprendió bastante,
desde el momento en que ni a nivel nacional, ni regional ni, por supuesto,
municipal había habido críticas ni propuestas respecto a este asunto que se
pareciera, siquiera, a un “recuelo descafeinado”.
Cuando se debate sobre un asunto tan grave como el que nos
ocupaba, bien valía la negociación y
llegar a acuerdos sobre coincidencias y dejar aparte, en lo posible, las diferencias.
Además, aunque inicialmente se
partiese de un “café, sólo, cargado”, el llegar a ese acuerdo
denominado, peyorativamente, “café con leche”, significaba que, el café sólo inicial se enriquecía con las
sugerencias de otros grupos.
Comprendo que, después de tantos
años de bipartidismo, donde las mayorías han funcionado con sus “rodillos”
correspondientes, se haya olvidado esa otra forma de hacer política, la de
llegar a acuerdos y negociar con los demás representantes municipales, a la
hora de sacar adelante una propuesta.
Desde ya les digo: siempre
preferiré un café con leche, sobre todo en asuntos municipales o que
afecten a los derechos de las personas.
Les hago una sugerencia a los beneficiados por ese “Quítate tu que me
pongo yo” protagonistas del actual “Y tú más”: Que se vayan poniendo
las pilas, porque se acerca una época en la que las mayorías“ni están ni se las espera”.