28 oct 2024

HABLEMOS DE LIBROS

 

Los libros siempre han sido buenos compañeros a lo largo de mi vida. Unas ocasiones para evadirme de la realidad incómoda, otras como fuente de aprendizaje. Hay momentos en los que leer me parece imprescindible para intentar comprender lo que sucede y por qué.

La mayoría de veces llego a un libro a través de otro, una lectura me lleva a la siguiente. En estos últimos tiempos mi curiosidad e interés me han hecho recorrer caminos nuevos como las obras del filósofo coreano Byung-Chul Han, su obra “No-Cosas, quiebras del mundo de hoy” la considero casi de “obligada” lectura “…los libros electrónicos no tienen rostro ni historia. Se leen sin las manos. El acto de hojear es táctil, algo constitutivo de toda relación. Sin el tacto físico no se crean vínculos.”

Los últimos dos libros que han llegado a mis manos, están escritos hace mucho tiempo. “Nosotros” del escritor ruso Evgueni L. Zamiatin es de 1921 y está considerado como la primera novela distópica, anterior a las famosas “Un mundo feliz” o “1984”. En la Unión Soviética no se publicó hasta 1988. La historia que se cuenta en esta novela es una feroz crítica a los regímenes totalitarios y se ve que (por lo que sea) se dieron por aludidos. “Nosotros” es completamente actual en el difícil momento que vivimos a nivel mundial. Las distopias que se tornan realidad.

El otro libro es “Reencuentro” de Fred Uhlman, 1977. La manera en que este título llegó a mí,  encierra parte de la magia que envuelve al mundo lector. Un día, escuchando  la radio, llamó mi atención la historia que contó una mujer. Dijo (más o menos) que se lo había regalado a su hija hacía tiempo y que esta le dio las gracias, cuando lo leyó, diciéndole que era la primera vez que la había tratado como una adulta. Mi interés no fue nada original, el título del libro se hizo viral y en horas fue uno de los más buscados en las librerías (yo también lo busqué), estaba descatalogado y era imposible encontrarlo. Días después, hablando con mi hija, comentábamos la anécdota y me dijo: “yo tengo ese libro, lo compré hace tiempo…”

Anécdotas aparte, es una pequeña obra maestra, en él se narra, con una hermosa delicadeza la historia entre dos amigos, uno judío y otro alemán, que evidencia las consecuencias del nazismo. “sencillamente, no le entraba en la cabeza la idea de que un ser humano cuerdo pudiera poner en duda el derecho que le asistía a ella de vivir y morir en ese país”

(aquí os dejo el programa "un libro, una hora" dedicado a dicha obra)

Por último quiero hablaros de uno de los libros que en estos momentos llevo entre manos, “La policía de la memoria” de la autora japonesa Yoko Ogawa. El título nos indica sobre lo que trata. La Memoria y su importancia. Su autora lo hace mediante la historia de una isla en la que cada día desaparece algo y también la memoria que de ello se tiene. “me pregunto que será del jardín de rosas. Señorita, no tiene por qué preocuparse de eso. Crecerán otras flores. Quien sabe, tal vez acabe convertido en un viñedo, o en un cementerio…”

 

8 oct 2024

EL OLOR DEL TIEMPO

 

“el olfato es el sentido más antiguo, el que primero se desarrolló” “los demás sentidos crean sensaciones, el olfato genera emociones”. Juan Luis Arsuaga

El campo en Alhama, cuando se acercaba el otoño, era un escenario lleno de actividad. Había que recoger las últimas frutas de la temporada. Quienes tenían parrales se apresuraban cortando la uva, con la vista siempre en el cielo ante las temidas tormentas de granizo que podrían poner en riesgo todo un año de trabajo.

La mayoría de hogares alhameños tenía algún vínculo campesino proveedor de las frutas y verduras que, llegando esta época del año, se recogían en abundancia y en plena sazón. Al llegar el final del verano las mujeres se afanaban en la elaboración de conservas y mermeladas.

No había cámaras frigoríficas que facilitasen su conservación con fines industriales, lo que no se consumía se aprovechaba para hacer productos que estarían en las cocinas y en las mesas a lo largo de los meses de invierno. En cada casa había costumbres diferentes, dependiendo de los gustos o de los frutos de los que disponían.

Era el momento de hacer conserva con aquellos tomates maduros que desprendían un olor tan peculiar, había quien los mezclaba con pimientos y otras verduras. En esta tarea colaboraba toda la familia, sobre todo a la hora de envasar los frutos en los recipientes, a lo largo del año, se iban guardando las botellas vacías que más tarde se utilizarían para este menester (aun tardarían en llegar a nuestras vidas los tarros con tapón de rosca). Con los tomates que no maduraban y quedaban pequeños en las tomateras, se hacían unos riquísimos tomates encurtidos.

Mi actividad preferida era cuando se hacían  mermeladas. En mi casa, mi madre, las hacía de melón (a la que añadía cáscara de limón), de albaricoque y de tomate. El olor que llenaba la casa, al cocer las frutas con el azúcar, es algo que nunca olvidaré.

Recuerdo el aroma que desprendía la mermelada de tomate y su sabor, nunca la probé en ningún otro sitio que no fuese la casa de mis padres. Últimamente la he visto en  supermercados y restaurantes, pero nada que ver. La mermelada de tomate tenía para mi algo de mágico, el tomate se asocia con guisos o ensaladas, sin embargo, al convertirlo en mermelada, se producía una especie de alquimia en la que el fruto protagonista por excelencia de nuestra ensalada diaria, pasaba a ser un postre delicioso. Mi madre elaboraba esta mermelada con tomates maduros pelados, azúcar y le agregaba un elemento esencial: unas hojas de malvarrosa. Lamento no recordar la proporción de ingredientes (si alguna vez la supe) las proporciones eran más fruto del saber hacer que de una receta escrita con medidas.

Esta época del año, Alhama se llenaba de olores irrepetibles, a los de las frutas maduras y mermeladas se sumaban los de las flores; madrugadoras, como los jazmines que caían de los jazmineros y sembraban los suelos de patios y jardines o la nocturna Dama de noche que desplegaba toda su fragancia al caer la tarde.

“La vida sería mucho más agradable si uno pudiera llevarse a donde quiera que fuera los sabores y olores de la casa materna” Laura Esquivel.

 "Si viene de la tierra"