He de reconocer que, desde mi
total ignorancia sobre el tema, la primera ver que escuché la palabra Metaverso
(creo que fue en el anuncio de una conferencia o algo parecido) pensé que se
trataba de poesía, de poemas que iban más allá del verso. Recuerdo que pensé,
mira no todo está perdido, la poesía está resurgiendo de una manera distinta.
Mantuve esa creencia particular durante un tiempo, luego iba leyendo noticias y
escritos que no encajaban con mi ilusa interpretación de la palabra.
Resulta que Metaverso no tiene
nada que ver con los versos de la lírica. El concepto tiene más que ver con el
Universo, es decir algo que va más allá de lo que conocemos. Al parecer el
termino apareció por primera vez en la novela de ciencia ficción “Snow Crash”
del autor Neal Stephenson relacionado con el movimiento Cyberpunk, movimiento
que en cierto modo fue un visionario en relación a lo que está ocurriendo. “¿Es
un virus, una droga o una religión? ¿y qué diferencia hay?” (Snow Crash)
Un mundo digital paralelo al
nuestro pero sin las limitaciones de este. A este mundo se accede mediante unas
gafas de realidad virtual mediante las cuales puedes vivir otra vida mientras
no te mueves del salón de tu casa. Recuerdo que hace años apareció un
videojuego llamado “Second Life” que trataba más o menos sobre esto.
Aunque no pretendo ser una
negacionista respecto a las nuevas tecnologías en general, sí que creo que hay
cosas que se nos están yendo de las manos. Metaverso es un negocio, pero un
negocio sumamente pernicioso. Lo atractivo que puede parecer el ser tú sin las
cosas que no te gustan de ti, dentro de un mundo que puedes elegir a tu gusto,
en un momento social tan complicado como estamos viviendo puede ser casi tan
irresistible como perverso.
Huir de lo que no te gusta,
evadirte de la realidad en vez de intentar cambiarla es el mensaje que se está
dando a generaciones presentes y futuras: no hagas nada, simplemente conéctate.
¿Pero qué pasa cuando te desconectas y
ves que tus problemas siguen ahí?
Cuando apareció la fiebre de
cazar Pokemons, también me pareció algo tremendo. Te asomabas a la ventana, de
noche, y los parques y jardines se llenaban de las lucecitas de los móviles de
quienes iban en busca de lo que no existía más que en la realidad virtual.
Aquello generó miles de millones a la empresa que puso en marcha la aplicación
de móvil Pokemon go.
Escribo esto el día 10 de octubre,
Día de la salud mental, todas las noticias dan como datos el aumento de los
casos de problemas mentales, unidos a la escasez de recursos y la falta de profesionales especializados.
Con este panorama, las grandes
empresas tecnológicas dedican sus esfuerzos y su dinero a crear ilusiones
alternativas a la dura realidad y, de
paso, seguir haciendo caja a costa del sufrimiento y el malestar de las
personas.
(Me hubiese gustado que las
imágenes de ciertos colegios mayores universitarios perteneciesen a una realidad
paralela, pero esa es otra historia de la que hablaré otro día)