23 ene 2024

EL MÉDICO DE CABECERA

 

Las toses, estornudos y pañuelos moqueros han sustituido a los turrones, cavas y villancicos, cuyo recuerdo, adornado de brillos y euforia, nos provoca, ahora, cierto rechazo. Se acabaron las vacaciones, vuelve la rutina, el trabajo, el colegio  y los virus campando a sus anchas.

Voy camino a mi casa desde la de mi madre, y la imagen de niños de la mano de sus madres, abrigados, tosiendo, camino de la escuela, me desvela un recuerdo infantil.

Amanecer con fiebre y mi madre: “hoy no vas a la escuela, voy a acercarme al ambulatorio para avisar que venga el médico”. Me gustaba ir a clase pero quedarme en cama, abrigada y sin nadie más en casa (sólo mi madre al fondo, con los quehaceres domésticos) era algo que me producía una paz inmensa, si además llovía se convertía en un momento perfecto. Cuando el amodorramiento producido por la fiebre desaparecía, aprovechaba para leer.

A media mañana, aparecía el médico de cabecera, con su maletín que ponía sobre la cama. Lo recuerdo como una persona seria pero amable: “tráigame usted una cuchara”, con ella se ayudaba para mirarme la garganta, “abre un poco la boca”…y la fatídica noticia: “son anginas”, lo siguiente era sacar su talonario de recetas y prescribir el consabido antibiótico (medicamento milagroso en aquellos años). Se despedía con un “volveré en dos días para ver si va mejor”.

La comunicación médico- paciente era directa, aún no había teléfono en la mayoría de las casas.

“voy a avisar al practicante” me decía mi madre cuando se iba el médico, el ambulatorio estaba enfrente de lo que hoy es “El jardín de Los Pinos”,  volvía enseguida.

“No sé a qué hora va a salir hoy la comida con tanto trajín” y la escuchaba rezongar mientras abría grifos, abría y cerraba ollas…poco a poco la casa se llenaba de un rico olor a cocido, su caldo sería mi comida de ese día. Distinguía el olor del apio por encima de todos.

Al poco traqueaban en la puerta (no, tampoco había timbre), era Florido, el practicante. Un andaluz simpático que con su humor y sus chascarrillos hacían que te olvidases de a qué venía. Cuando salía por la puerta ya ni te acordabas de que te había puesto una dolorosa inyección. “¡Hasta mañana!”. Y yo me arrebujaba entre las mantas hasta la hora de comer.

Los mayores enfermaban menos y cuando lo hacían también “guardaban cama” después de curarse decían que estaban convalecientes.

El nombre “médico de cabecera” se ha mantenido, pero sólo el nombre. Ahora el médico sólo va a las casas en casos muy urgentes.

Mientras escribo, la tele no para de anunciar remedios instantáneos para combatir la gripe y el resfriado, ahora también el Covid (aunque ese da más miedo nombrarlo). “que no te pare un resfriado”. Medicinas de acción rápida, para que puedas seguir adelante, como si nada. El sistema no puede permitirse que faltes, eres necesario. Lo de quedarse en casa unos días y cuidarse parece cosa de flojos. La convalecencia ha dejado de existir.

 


9 ene 2024

QUE LA GUERRA NO ME SEA INDIFERENTE

 



Me parece difícil hacer un resumen de este año, marcado, a nivel nacional, por los diversos procesos electorales que han invadido la vida de los ciudadanos  y, en el mundo, por los conflictos ya existentes y los nuevos que se han ido añadiendo. Ha sido un año agitado y lleno de incertidumbre.

A parte de celebrar que seguimos vivos, no encuentro muchas cosas más para calificarlo como positivo.

Por eso más que un resumen quiero hacer un recordatorio de todo eso que va quedándose al margen, cosas que no han pasado y  me pregunto por qué.

¿Por qué sigue sin luz la Cañada Real de Madrid? Un asentamiento humano de más de 15 kilómetros de recorrido con una población estimada de 8.628 habitantes, de los cuales unos 2.500 son menores. La burocracia, el desinterés administrativo y los excesivos intereses de otro tipo, mantienen una situación inhumana en lo que geográficamente es el centro de España.

¿Por qué el C.G.P.J aún no se ha renovado cuando debería de haberse hecho en 2018, ya que su vigencia es de cinco años y la última renovación fue el cuatro de diciembre de 2013?

¿Por qué no se deroga, de una vez, la Ley Mordaza?

¿Por qué no hay visos de resolución para la llamada “Guerra de Ucrania” que cumple, este sábado, 668 días?

¿A quién le interesa que este conflicto se mantenga? Esta pregunta se podría aplicar a cualquier conflicto armado ya que todos tienen algo en común (Gaza aún más), el sufrimiento de unos y el enriquecimiento de otros.

“Las guerras mienten, ninguna guerra tiene la honestidad de decir: yo mato para robar. Las guerras siempre invocan nobles motivos: matan en nombre de la Paz, en nombre de la Civilización, en nombre del Progreso, en nombre de la Democracia y por las dudas, si tanta mentira no alcanzara, ahí están  los medios de comunicación dispuestos a inventar enemigos imaginarios para justificar la conversión del mundo en un gran manicomio y un inmenso matadero” (Eduardo Galeano)

Me despido deseando Feliz Navidad a todos los lectores de Infolínea, con la esperanza de que nuestras conciencias se remuevan y encaremos el año que se avecina haciendo un esfuerzo por preservar nuestra dignidad y nuestra responsabilidad.