8 jul 2016

SIERRA ESPUÑA, NUESTRA MONTAÑA MÁGICA.




Escena de la ópera basada en La Montaña Mágica
Aprovecho el verano y mi involuntario retiro para ponerme al día en libros que, por una u otra causa, voy dejando para otra ocasión. Esta vez le ha tocado el turno a “La montaña mágica” de Thomas Mann. Su lectura me transporta a otra época y a lugares incómodos. La novela cuenta la historia de diversos personajes en un entorno muy concreto, un sanatorio de tuberculosos allá por los primeros años del siglo xx; el relato nos conduce por los vericuetos del espíritu y las pasiones que salen a flote en situaciones extremas.

El tiempo es el protagonista principal, su medida y su, relativa, importancia según la manera de vivirlo “Tres semanas no son prácticamente nada para nosotros, los de aquí arriba (la montaña); claro que, para ti, que estás de visita y sólo vas a quedarte tres semanas, son mucho tiempo”
A la vez que me sumerjo en la novela me doy cuenta de que también en Alhama tuvimos nuestra Montaña Mágica, un lugar al que venían personas de toda la región, afectadas por la tisis, enfermedad contagiosa e incurable en aquella época, que convertía a todo aquel que la contraía, en marginado, estigmatizado social que generaba rechazo, lo que hacía que se viviese la enfermedad de manera culpable, que se escondiese a los ojos de la gente, que se mintiese en todo lo que concernía al enfermo. - ¿no os suena a situaciones actuales parecidas? -
Imagino que allí, al igual que en el sanatorio de mi libro, se vivirían las historias más terribles y también las más hermosas “hacia la vida hay dos caminos: uno es el habitual, directo y formal. El otro es malo, lleva sobre la muerte, y ese es el camino genial. Esa concepción de la enfermedad y la muerte como un paso necesario hacia el saber, la salud y la vida,”. Estas palabras de uno de los personajes, describen esa, a veces necesaria, cercanía de la muerte para emprender el verdadero camino de la vida. La muerte y la vida son dos caras de la misma moneda, en Sierra Espuña, en plena naturaleza llena de vida, estaba el sanatorio en el que la mayoría de personas que llegaban, iban para morir. 
 
En las historias oídas desde pequeña, sobre el sanatorio de tuberculosos, se entretejen las de vida y muerte, la vida por la que peleaban enfermos y familias y la implacable muerte que esperaba a la vuelta de la esquina. En aquellos años de miseria económica, las clases más pobres se veían claramente diferenciadas, no en morir, que la muerte nos iguala, sino en cómo eran tratados después de morir; cuando esto ocurría, los mas desfavorecidos económicamente, eran bajados en carros hasta la fosa común en la que aún quedan numerosos restos por identificar. La superstición es aliada de la incultura y la muerte, en esta época se daban todos los componentes necesarios para ello y son numerosas las leyendas que nacieron al amparo de estos años de nuestra reciente historia.
 
El autor de la novela camufla entre sus páginas una parte mágica, al igual que esta montaña transformadora, utilizando el número 7 como el hilo que enhebra la trama: el libro consta de siete partes; el protagonista pasa siete años en el sanatorio; siete son las letras que forman el nombre de los dos protagonistas principales; siete son las mesas del comedor; la habitación de uno de ellos es la 34; uno de los personajes muere a las siete y cuando otro se suicida hay siete personas presentes.
La montaña, la de ficción y la nuestra, escenifica un prodigioso cuento de hadas en el que, como en todos los cuentos, ocurrían cosas mágicas; personas que afrontaban las dificultades con valentía, que amaban y odiaban, fingiendo ser eternos a sabiendas de que podían desaparecer de un día para otro, como en cualquier cuento, como en la vida misma. Vida y muerte, sueño y realidad, el bien y el mal, todo diferente y todo parecido.

 El sanatorio de ficción ha permanecido intacto, a merced sólo de las diferentes interpretaciones de sus lectores. El sanatorio de nuestra montaña, está destrozado, ha quedado durante muchos años, a merced también, de diferentes interpretaciones, en este caso políticas, que no han hecho más que maltratarlo; hoy en día es un vivo reflejo de la sociedad en la que estamos, saqueado, asaltado y destrozado por quienes no tienen el más mínimo respeto a nuestro patrimonio y nuestra cultura. Volviendo a ser pasto de supersticiones y supercherías morbosas que reflejan el retroceso cultural y la indiferencia ante nuestra historia.
 Video que hace un recorrido por el estado actual del edificio. De 3.900 resultados en YouTube es de los poco que no habla de fantasmas ni de cosas paranormales. Todo lo que aparece es demasiado real.