“Pensar es un dialogo profundo
con nosotros mismos, una reflexión crítica sobre nuestras propias acciones, en
nuestra más intima soledad. Permite ponerse en el lugar del otro para tratar de
entender su punto de vista. Pensar
dificulta el olvido y favorece que escuchemos la voz de la conciencia”. Ana
Arendt.
En plena campaña electoral creo
indispensable pararse a Pensar.
Hay que hacerlo para reconocer a
los que olvidan Pensar y se limitar a Conocer, entendiendo como prioritario
acumular ideas y saberes, resolver problemas técnicos, etiquetar.
Entre estos encontramos a los
dogmáticos, creyentes de cualquier ideología, que ante su miedo
se aferran a creencias y pensamientos
rígidos que le dan la seguridad de que carecen.
A los desacreditados
nihilistas que no creyendo en nada, creen en todo, en todo aquello que les
conviene en un determinado momento, y muchos de los cuales han sido los actores
principales del expolio y la corrupción.
A los crédulos y acriticos ciudadanos
que, amparados en la teoría de que la
“costumbre” es buena, pueden justificar
y perpetuar gobiernos y gobernantes deshumanizados.
Lo que escasea es encontrar
individuos que piensen.
Nuestra sociedad adolece de descreídos
y escépticos, insumisos que obren en conciencia, sin miedo a perder el
reconocimiento social o posiciones privilegiadas. Que no utilicen su lugar para lucrarse económicamente. Que sean
responsables consigo mismos y utilicen su parte más humana. Que sean generosos
con las generaciones venideras y actúen en conciencia y en consecuencia para
conseguir una sociedad cada vez más justa.
En vez de eso abundan los que,
plenos de conocimientos, nos hablan de tantos por ciento, los que juzgan y no
creen, los que aprenden discursos que
no saben, los que miden y no valoran, los que catalogan y no
diferencian, los que oyen y no escuchan, los que miran y no ven.
Como decía El Principito “Lo
esencial es invisible a los ojos” por ello es preciso pararse a Pensar para poder ver lo invisible.