Durante el debate del pleno extraordinario del mes de Abril, el "Pleno de la Paramount", hablamos de los diversos impactos no deseables que tendría este proyecto, en caso de llevarse a cabo.
Yo temo algo más: el cambio que significará en nuestro modo de vida, en nuestro día a día.
No podemos olvidar lo que somos y de donde venimos, estamos apostando e invirtiendo en proyectos que significarán la modificación de nuestra idiosincrasia y abandonando, por otro lado, aquello que ha sido la base de nuestra economía a lo largo de la historia; me refiero al campo, la agricultura y las empresas derivadas de ella.
Yo pregunto: ¿Qué modelo de sociedad queremos para las generaciones venideras? Seguiremos abundando en modelos de desarrollo neoliberales que nos impulsan a modos de recompensa inmediatos y que nos alejan de la filosofía de la satisfacción del trabajo bien hecho.
El futuro de nuestros hijos y nietos es nuestra responsabilidad, en este caso la de ustedes, cuando toman decisiones como las que se tomaron aquí el otro día.
Todos los que estamos aquí, estamos ahora, pero no vamos a estar siempre, ustedes un día dejaran de estar gobernando, incluso llegará el día en que dejen la política y ese día en que vuelvan a ser ciudadanos de a pie tendrán que afrontar de igual a igual las consecuencias de estas decisiones que afectaran a Alhama y a los alhameños y alhameñas. Como decía un conocido personaje “Por sus hechos los conoceréis”
Parece que aunque a simple vista vuestra táctica es la del “y tu más” en el fondo se parece más a “el que venga detrás que la tiemple”.
Yo creo en la buena fe del Sr. alcalde, bueno para ser mas exactos, quiero creer en la buena fe del Sr. alcalde, por eso quiero creer que cuando aparece en actos y ruedas de prensa al lado del Sr. Samper, es porque de verdad se cree su proyecto.
Pero lo que más me cuesta creer es que todos ustedes se lo crean, algunos de vosotros ya tenéis la edad y el criterio suficiente como para no creer en cuentos y este tiene todas las características de aquel que leíamos de niños “el traje nuevo del emperador” en el que un sastre le hace un traje al emperador pero ese traje (según el sastre tramposo) solo lo podían ver los limpios de corazón, y el emperador se paseaba desnudo y orgulloso (no podía reconocer que no veía el traje por lo que ello significaría) los cortesanos le aplaudían al pasar y ninguno se atrevía a decir lo que en realidad veía: que el emperador iba desnudo.
Aquí va mi pregunta para todos ustedes: ¿De verdad se creen al señor Samper? Por que no puedo mas que recordar, cada vez que lo veo, la imagen de un buhonero, vendedor de ilusiones, desplegando ante la concurrencia su catálogo de remedios y ungüentos que curan todos los males ( en este caso nos ofrece la cura milagrosa del paro) y nos los quiere vender utilizando su hábil palabrería.